Análisis | Elecciones legislativas
La moda del cambio llega a Japón
Si la obamanía y la campaña «por el cambio» en EEUU se convirtieron en un modelo que muchos políticos aprovecharon durante meses en todo el mundo, la cosa no podía ser diferente en las elecciones japonesas. La mayoría de análisis inciden en que la «hora del cambio» ha llegado a Japón tras el abrumador triunfo del Partido Democrático de Japón (PDJ), que ha puesto fin a 55 años de gobiernos del Partido Liberal Demócrata (PLD).
Txente REKONDO Gabinete vasco de Análisis Internacional (GAIN)
Los resultados electorales en Japón auguran, más allá de los cambios al frente del Gobierno, pocas transformaciones en el sistema político nipón ya que, según estima el analista, la élite política, los burócratas y los grandes empresarios pondrán obstáculos a cualquier intento de reforma.
El recuento de votos en las recientes elecciones en Japón no han arrojado sorpresas, y el resultado final ha confirmado lo que la mayoría de medios locales venían anticipando en campaña.
Después de los comicios, el nuevo Parlamento japonés muestra una mayoría del Partido Democrático de Japón (PDJ), que ya ha anunciado su disposición a mantener acuerdos para formar Gobierno con otras dos fuerzas políticas, el Partido Social Demócrata (PSD) y el Kokumin Shinto (Nuevo Partido del Pueblo), pese a que éste último ha visto reducida su presencia parlamentaria y algunos de sus líderes no han logrado escaño.
Al otro lado de la balanza, los grandes derrotados. La fórmula del Gobierno saliente ha castigado duramente a sus protagonistas. El PLD está roto y necesitará tiempo e importantes reformas internas para poder recuperarse. Su aliado hasta la fecha, el partido Nuevo Komeito, también ha sufrido un importante varapalo, al perder un tercio de sus escaños y quedarse en una difícil tesitura de cara al futuro.
Entre ambos grupos se sitúan otras formaciones políticas que también han logrado representación. El Partido Comunista de Japón (PCJ) ha conseguido mantener su representación y se coloca como la cuarta fuerza parlamentaria. Por detrás de él, un abanico de formaciones pequeñas o regionales, entre las que destaca el Minna no Tÿ (Tu Partido) que, creado hace unos meses tras una escisión del PLD, ha logrado cinco escaños y muchos apuntan a que mantiene grandes similitudes con el PDJ.
En Japón se está dando un cambio de políticos en el Gobierno, pero la percepción de la mayoría de la población es que el sistema que ha dominado el país desde hace décadas, se mantendrá sin cambios. El lema adoptado por el vencedor, el PDJ, «Seiken kotai (cambio de régimen)», se quedará, casi con toda probabilidad, en un cambio del partido al frente del Gobierno, pero sin variar los ejes centrales que han marcado estos años la forma de gobernar en Japón.
La base triangular del sistema, la élite política, los burócratas y los grandes empresarios, pondrán las cosas muy difíciles ante cualquier intento serio para acabar con el status quo actual. En este sentido, es muy interesante repasar las aportaciones financieras que el propio PDJ ha venido recibiendo de los grandes grupos y corporaciones empresariales de Japón, lo que en el pasado ha permitido a esos círculos financieros controlar la política, desmantelar los avances en legislación laboral o recortar los servicios públicos.
Las políticas gubernamentales en Japón han estado dominadas por esos estrechos lazos entre los tres protagonistas mencionados. Las demandas realizadas por algunas empresas en 1997 para que «el Gobierno reduzca los impuestos a las corporaciones» fueron atendidas por Tokio que los bajó un 8% ese mismo año. En 2002, otorgó mayores rebajas fiscales a Toyota por «sus esfuerzos en investigación y desarrollo».
Hasta la fecha el PLD ha recibido la mayor parte de donaciones empresariales, pero el PDJ no se ha quedado atrás, y si a todo ello añadimos la compleja red empresarial y política en torno a la familia del próximo primer ministro, Yukio Hatoyama (a la que los medios locales llaman los Kennedy de Japón), no se antoja difícil predecir en qué quedará el cambio en la política del país.
Una de las grandes incógnitas es cómo va a llevar a cabo el PDJ todas sus propuestas programáticas. Cabe remarcar que ya en campaña el manifiesto del PDJ tenía grandes vaguedades, probablemente para lograr un consenso en el seno del partido y, sobre todo, en clave pragmática (algunos ven en esta orientación la influencia de los antiguos militantes del otrora poderoso Partido Socialista de Japón).
EL PDJ es una suma de diferentes ideologías e intereses, donde deben convivir los grupos más conservadores que apuestan por revisar la política nuclear nipona (los llamados principios no nucleares), hasta el sector más «progresista», opuesto a cualquier modificación del artículo 9 de la Constitución.
En su seno conviven también distintas facciones: el grupo centrado en políticas económicas, ligado a sectores empresariales; los antiguos miembros del PLD; los militantes del difunto PSJ, con influencia de los sindicatos del sector público; los que proceden del PSD, apoyados por sindicatos del sector privado, y nuevos militantes, de una genera- ción más joven y sin antecedentes en la política.
Una de las figuras clave del triunfo del PDJ es Ichiro Ozawa. Este camaleón político parece que ha logrado uno de sus objetivos, que era acabar con el Gobierno del PLD, y ahora podría estar afrontando su nuevo reto, convertir a Japón en un sistema bipartidista, basado en distritos unipersonales. Ozawa ha logrado reformar el partido, con cerca de la mitad de candidatos en los distritos nuevos en política (formados y financiados por el propio Ozawa) y con tan sólo el 10,4% de los diputados «herederos de escaño» (frente al 46,5% del PLD), y probablemente haya logrado que su peso dentro del PDJ haya aumentado, con una facción más poderosa que puede condicionar al futuro Gobierno.
Durante estos años, en Japón, cuando la situación económica era boyante, los sueldos de los trabajadores no aumentaban, no se beneficiaban de la llamada «expansión económica». Ahora la situación ha empeorado y una tercera parte de los trabajadores tiene un empleo eventual, y mantener el puesto fijo se ha convertido en una difícil tarea. La pobreza ya es un asunto muy real en Japón.
Las cifras de desempleo son las más altas de la historia reciente, afectando sobre todo a los sectores más jóvenes, mientras que los mayores asisten preocupados a la fragilidad y dificultad del sistema público de pensiones. La población nipona ha asistido al recorte de los servicios médicos y sociales, a la disminución del presupuesto para asistencia, y ha visto cómo la reforma de pensiones se ha convertido en todo un fiasco.
Por eso no es de extrañar que la economía haya centrado la campaña electoral, aunque hay otras cuestiones en las que el PDJ ha preferido no profundizar y que en los próximos meses pueden ser clave. Ambos están relacionados con la política exterior nipona y tiene a EEUU como protagonista. Por un lado, son muchas las voces que llevan tiempo rechazando un Acuerdo de Libre Comercio con Washington, pues tendría funestas consecuencias para la agricultura de Japón, sobre todo para el sector arrocero. Por otro lado, está la oposición al llamado «pacto secreto» que permite a los barcos de EEUU entrar en territorio nipón con armas nucleares, violando la legislación local, pero con el beneplácito de la clase política.
Hay dos fechas importantes en el escenario político del país, a finales de año, cuando se cumplan los cien primeros días del nuevo Gobierno y éste tenga que materializar su paquete de medidas económicas y el próximo verano, con las elecciones a la Cámara Alta. Mientras tanto, podemos afirmar que estas elecciones más que un sí al PDJ han sido un no al PLD.