Raimundo Fitero
Entre líneas
Un ucraniano (¿o se dice ucranio?) ha muerto al caerle encima una suicida que se había lanzado desde un octavo piso en una población catalana. Es una de esas noticias que pueblan los diarios digitales, los minutos de oro de los noticiarios actuales, y que al leer entre líneas encuentra uno un suspiro de incomprensión. ¿El destino, la mala suerte, alguien le había hecho magia negra? ¿Por qué ha muerto ese hombre que paseaba junto a su compañera tranquilamente por una calle? Conque hubiera salido un segundo antes o después seguro que se hubiera salvado. No da para mucho más, pero nos confirma que somos muy frágiles, apenas un conjunto de células susceptibles de perecer ante cualquier contingencia.
El presidente de Colombia después de padecer una supuesta gripe A, ha logrado ganar en una instancia parlamentaria una votación que le permite presentarse de nuevo como candidato a un tercer mandato. Es decir, con el apoyo de todos los servicios secretos de Obama, podrá aumentar su patrimonio económico familiar a base de colaborar con el ejército americano. La jugada es perfecta, y aquí viene de nuevo la lectura entre líneas. Es ser un gran demócrata conseguir en una votación sesgada la autorización para la continuidad de Álvaro Uribe y si hace lo mismo Hugo Chávez entonces se trata de perpetuarse en el poder y de un gesto autoritario manifiesto. Da cierta vergüenza estas varas de medir tan proclives a estar siempre, siempre, en el lado de la extrema derecha, sin apenas una duda.
El COI, o sus comisarios, aquellos que pasearon por Madrid, y otras capitales optantes, a base de agasajos, escenificaciones y rimbombantes declaraciones, ha emitido un informe en el que deja a Madrid como la peor parada, frente a Río de Janeiro o Tokio. La cuestión es que como las motivaciones parecen bien fundamentadas, en los noticiarios españoles la noticia ha quedado relegada a un suelto y siempre poniendo por delante de que se trata de algo no vinculante. Ha sido una reacción mayoritaria en la que no cabe los entre líneas. Están muy cabreados y defraudados y no lo pueden ocultar. Son cosas que pasan cuando uno se cree siempre sus propias mentiras.