Floren Aoiz www.elomendia.com
Tiempo de pactos de estado
La pretensión de UPN, PP y PSOE de imponer nuevas medidas para blindar la partición y atar de pies y manos al nacionalismo vasco no puede ser respondida sólo con unas cuantas declaraciones
Se impone la alianza por razones de estado. Esto, claro está, no ocurre en Madrid, donde PP y PSOE han hecho de la gresca el pan de cada día, pero sí en Iruñea y Gasteiz. Dicho de otro modo, el pacto de estado se materializa donde el Estado corre peligro. Allí donde España se rompe. Que es, una vez más, en la Zona Especial Norte (ZEN), es decir, en la parte peninsular de Euskal Herria.
Es un pacto de emergencia ante la debilidad y la crisis del modelo de estado, pero se vende como un gran acuerdo para acabar con ETA. No cabía esperar otra cosa: ¡no van a confesar a estas alturas que la transición ha resultado un fracaso y les sigue doliendo España tanto o más que a Franco! Ese Franco que, ya moribundo, agarró la mano del Borbón y le rogó que salvaguardara por encima de todo la unidad del Estado español. Ese Franco con el que la «democracia española» comparte la idea de que el pueblo vasco no existe y carece por tanto del derecho a tomar sus propias decisiones.
En esta línea de pacto de estado, llegan nuevas vueltas de tuerca tanto en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa como en Nafarroa. Se añade ahora una ofensiva para impedir cualquier complicidad entre la izquierda abertzale y otros sujetos políticos y sociales de este país. Los mismos que confesaron sin pestañear que les daba igual que se condenara a ETA. Pese a haber hecho de esa condena la base de su discurso y sus medidas represivas durante décadas, pretenden ahora cargar contra PNV, EA, NaBai, IU y ELA para hacer imposible cualquier nuevo acuerdo en defensa de los derechos de nuestro pueblo.
No han olvidado Lizarra-Garazi. Recuerdan el primer sobresalto y saben que lo que vino luego fue mucho peor para ellos. Si el divide y vencerás no funciona, el nacionalismo español pierde gran parte de las ventajas que le permiten imponerse y se enfrenta a su debilidad histórica y su incapacidad para seducir. España no es un valor en alza en Euskal Herria, ése es su problema.
Y esto es una pista maravillosa para los sujetos que aspiran a construir una nación vasca libre y soberana. Frente a su pacto de estado para apuntalar un Estado en permanente crisis, frente a la enésima muralla con la que ganar algo de tiempo ante el imparable avance «bárbaro», frente a ellos es preciso otro pacto de estado, el pacto del Estado que no existe, el pacto del Estado que queremos crear. Pacto, red de complicidades, acuerdos de todo tipo, trabajo en común, lo importante no es el nombre que le pongamos, sino que seamos capaces de hacerlo. Y que lo hagamos bien.
La pretensión de UPN, PP y PSOE de imponer nuevas medidas para blindar la partición y atar de pies y manos al nacionalismo vasco no puede ser respondida sólo con unas cuantas declaraciones. Sin embargo, hay quien no quiere verlo y apuesta por hacer méritos ante los españolistas para pactar con el PSOE. Nuestro pueblo merece otro escenario, y necesita otras actitudes. La cobardía y el miedo a perder la poltrona no sirven para nada. Por ese camino sólo se puede terminar apoyando el pacto de estado, el de los nacionalistas españoles. Para salvar España, claro.