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Botadura del «Leiv Eiriksson»

La Naval ha botado en sólo un año las dos dragas más grandes del mundo

La Naval de Sestao vivió ayer un día grande con la botadura de la draga «Leiv Eiriksson», la embarcación de estas características más grande del mundo junto a su hermana gemela «Cristobal Colón», construida en los mismos astilleros y que fue botada en julio de 2008. El nuevo buque no será entregado hasta dentro de unos meses al armador belga Jan de Nul.

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Iker BIZKARGUENAGA | SESTAO

Leiv Eirikisson -en nórdico antiguo Leifr Eiriksson-, segundo hijo del explorador noruego Erik El Rojo, es mundialmente conocido por haber sido uno de los primeros europeos en poner los pies en América, unos quinientos años de que lo hiciera el navegante genovés Cristobal Colón. A partir de ayer, sin embargo, este nombre estará asociado, además de al intrépido vikingo, a la draga más grande del mundo. Un honor que comparte, precisamente, con su gemela «Cristobal Colón», que fue botada hace poco más de un año y entregada a su dueño, el armador belga Jan de Nul, el pasado mes de junio. Ambos buques son el resultado del concienzudo trabajo de cientos de operarios de La Naval de Sestao, probablemente el astillero de referencia en el mundo en la construcción de dragas.

Los números que acompañan a esta embarcación son impresionantes. 213,5 metros de eslora, una manga de 41 metros, un puntal de 20 metros y una capacidad de 46.000 metros cúbicos. Si a alguien los fríos números no le dicen mucho, puede servirle la siguiente comparación: en este barco caben a lo largo dos campos de fútbol como San Mamés y, si lo pusiéramos en vertical, superaría de sobra a dos Torres del Reloj de Westminster -popularmente conocido como Big Ben- puestas una encima de otra, casi nada.

No es el buque más grande del mundo -superpetroleros como el Knock Nevis lo doblan en tamaño-, pero las aguas del Ibaizabal pocas veces se ven sacudidas por gigantes parecidos a éste.

Entrega el próximo año

La botadura del «Leiv Eiriksson» causó una gran expectación entre los vecinos de Ezkerraldea, los medios de comunicación y los propios trabajadores de La Naval, pero ayer no acabaron las labores a realizar sobre esta mole diseñada al milímetro. Y es que, una vez botado el barco, comenzarán los trabajos de armamento a flote y, posteriormente, las pruebas de todos los sistemas y equipamientos del buque, de forma que su entrega al armador belga tendrá lugar el próximo año.

Durante la botadura en aguas de la ría, que tuvo lugar en torno a las 17.00 horas, el viento reinante en la zona hizo que el barco se aproximase más de lo previsto a la otra draga que está siendo construida por La Naval y que se halla atracada junto al astillero, aunque la labor de los remolcadores evitó que se produjera una colisión que podía haber empañado la jornada.

Ganar terreno al mar

Como draga -de succión- que es, la principal función del «Leiv Eiriksson» es la de recoger arena del fondo del mar para rellenar zonas ganando terreno al mar o para conseguir un mayor calado. Para estos trabajos, explican desde La Naval, cuenta con dos brazos de dragado que pueden alcanzar una profundidad de 142 metros y absorber arena y piedras de hasta medio metro de diámetro del fondo marino.

El material succionado es conducido hasta el espacio de carga, que posee una capacidad de 46.000 m3, donde se separa el agua de los sólidos. La mezcla de lodo y piedra captada posee una densidad de 1,6 toneladas por metro cúbico, de forma que la draga es capaz de transportar, a carga completa, 75.000 toneladas de peso.

Una vez cargado, el barco tiene dos maneras de descargar, una por proa, lanzando un chorro, y la otra abriendo unas compuertas que tiene instaladas en la parte inferior. Antes de soltar el material es preciso diluirlo en agua a través de unas bombas de inyección.

Explican desde el astillero que la gran ventaja de una draga de esas dimensiones, añadida a la propia capacidad de operación a grandes profundidades, es que necesita hacer menos trayectos para recoger arena, por lo que acaba siendo mucho más eficiente que las demás.

La construcción de este buque ha sido un trabajo coral en el que han participado cientos de personas, y en el que, por ejemplo, la parte correspondiente a planta eléctrica -los generadores, los cuadros de distribución de media tensión y los accionamientos de dragado, que incluyen los transformadores, los convertidores de frecuencia y los motores- ha corrido a cargo de la empresa Ingeteam.

El «Sestao Knutsen»

Esta espectacular draga de succión toma el relevo de otras dos grandes embarcaciones que en los últimos tiempos han sido construidas en La Naval. La antes citada «Cristobal Colón» y el «Sestao Knutsen». Este buque gasero, un auténtico coloso, es incluso más grande que las dos dragas gemelas, ya que supera los 284 metros de eslora.

El día de la partida del «Sestao Knutsen» desde la ría a alta mar, el 5 de octubre de 2007, será largamente recordado por aquellos que tuvieron el privilegio de asistir a ella. Fue todo un espectáculo ver cómo era remolcado por toda la desembocadura del Ibaizabal a aguas más profundas, para cumplir su cometido y transportar en sus cuatro tanques hasta 138.000 metros cúbicos de gas licuado.

El «Cristobal Colón», por su parte, ha sido destinado por el armador Jan de Nul a las aguas del Golfo Pérsico, para trabajar en las costas de Dubai, uno de los siete emiratos que conforman los Emiratos Árabes Unidos y donde tienen su residencia algunos de los hombres más ricos del mundo. La retirada de arena del mar para la construcción de lujosos hoteles en la costa es la función encomendada a la hermana del Eiriksson, y perfectamente podría ser la tarea a desarrollar por el nuevo buque a partir del año que viene, aunque sus dimensiones le permiten trabajar en cualquier punto del globo.

Ayer, al igual que aquella jornada otoñal de hace dos años, o la de julio del año pasado, fue uno de esos grandes días que antaño eran más frecuentes en Ezkerraldea. Sin embargo, aún faltan algunos meses para que «Leiv Eiriksson» parta a remover los oceános, seguramente en latitudes más cálidas que las que visitó su tocayo escandinavo hace mil años.

 

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