Drama y polémica en el tablero afgano
Otro bombardeo de la OTAN causa decenas de muertos en Afganistán
Un ataque aéreo de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF), parte de la OTAN, mató ayer a decenas de personas -cerca de un centenar, según algunas fuentes- en la norteña provincia de Kunduz, en Afganistán. Mientras que la Alianza defiende que la cifra de fallecidos asciende a 50, ya que la mayoría son talibán, fuentes locales mantienen que hay numerosas víctimas civiles. La OTAN anuncia que abrirá una investigación para esclarecer lo sucedido.
GARA | KABUL
Fuerzas de la OTAN mataron ayer a decenas de personas -cerca de un centenar, según algunas fuentes, e incluso 200, según algunos testigos- al bom- bardear, de madrugada, dos camiones cisterna que habrían sido «robados» por los talibán.
Las versiones resultaban más o menos coincidentes, pero en medio de un mar de cifras en el que navegaron las agencias informativas durante todo el día. La OTAN y diversas agencias que citaban informaciones oficiales sostuvieron que la cifra de fallecidos en el ataque ascendía a 50, y que la mayoría de ellos eran insurgentes talibanes.
Entre tanto, tanto las fuentes locales como los testigos elevaron considerablemente (a 100 y 200, respectivamente) el total de fallecidos, y denunciaron que entre ellos había decenas de civiles, incluidos mujeres y niños.
La versión de la OTAN y la policía afgana asegura que un grupo de talibán se hizo con dos camiones cisterna cargados de combustible destinados a las tropas internacionales situadas en Angorbagh, en la región de Kunduz, al norte del país.
Según explicó el líder talibán Zabiullah Mujahid a la agencia AIP, los camiones quedaron atascados en un banco de arena, a campo abierto, cuando trataban de vadear el río Kunduz, de forma que permitieron a los civiles extraer el combustible de los vehículos.
Según Mujahid, que denunció la muerte de 120 civiles, los talibán avisaron además a los lugareños de que podía producirse un bombardeo, tras detectar la presencia en la zona de un avión de reconocimiento de las tropas internacionales.
La versión de la OTAN es la misma. Lo único que varía es la cifra de muertos y si eran civiles o no. El Ejército alemán, encargado de la zona, defendió que antes de lanzar las bombas se aseguró de que «sólo talibanes» rodeaban el camión. Asimismo, los alemanes aseguraron que 56 personas fueron víctimas del ataque y negaron que hubiera civiles entre ellas.
«Unas 90 personas murieron (...) y en su mayoría son talibanes. Fue: un ataque aéreo de las fuerzas de la OTAN», indicó por su parte Mahbubullah Sayedi, portavoz del gobierno local de Kunduz.
«Una pequeña cantidad de las víctimas son civiles locales, incluso algunos niños, que buscaban gasolina gratuita», añadió, sin dar más detalles.
Diversas autoridades afganas, entre ellas el Ministerio de Sanidad o la Policía, habían admitido que varios civiles habían perdido la vida a consecuencia de los ataques.
Las diferentes versiones sobre el balance de muertos son bastante habituales en el conflicto de Afganistán, sobre todo cuando de víctimas civiles se trata, como en este caso.
Investigación
Frente a las declaraciones alemanas, que defendieron la ausencia de civiles entre las víctimas, la misión de la OTAN en Afganistán (ISAF) reconoció posteriormente que «ha recibido información de que hay civiles muertos y heridos» y añadió que «lo investigará».
El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, anunció que «aún no está claro» que hubiera civiles, aunque no negó esa posibilidad. Del mismo modo, aseguró que había enviado un equipo de investigación a la zona para «tratar de esclarecer lo antes posible qué ha sucedido».
Además, se produjeron más reacciones frente a los ataques de la OTAN. Así, el presidente afgano en funciones, Hamid Karzai, calificó de «inaceptables» los hechos y denunció que los civiles murieran a causa de una operación militar.
Por su parte, el jefe de la diplomacia europea, Javier Solana aseguró que la muerte de civiles en los ataques supondría «un acontecimiento terrible, y desde luego envío toda mi solidaridad a las familias».
La OTAN, a debate
Los ataques tienen lugar un momento en el que el rechazo de la población afgana hacia las tropas internacionales es más palpable que nunca.
De hecho, durante esta semana, el máximo responsable de la OTAN en Afganistán, el general estadounidense Stanley Mc- Chrystal, apostó por revisar la estrategia en este país y dar prioridad a la protección de la población civil frente a la caza de los talibán.
Cada año, miles de personas mueren a consecuencia de la violencia que asola el país, y la muerte de civiles ha sido uno de los principales motivos de discordia entre las tropas extranjeras y el Gobierno de Kabul, que las considera «inaceptables».
Según datos de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA), en el primer semestre del año fallecieron 1.013 civiles en el país, víctimas de la violencia, lo que supone un aumento del 24% respecto al mismo periodo del año anterior.
Según la misma fuente, 595 de esos civiles fallecidos ha- brían sido víctimas de los ataques insurgentes, mientras que 310 habrían perdido la vida a consecuencia de ataques de las tropas regulares afganas y de las internacionales.
Aunque situada en el norte del país y lejos de los principales bastiones de los insurgentes -instalados en el sur y el este-, Kunduz tiene varias bolsas de población pastún, etnia de la que tradicionalmente provienen los talibán.
El bombardeo de las tropas internacionales en Kunduz llegan en el peor momento posible para ellas, ya que esta semana se propuso un cambio de estrategia para proteger más a los civiles.
El secretario general de la OTAN insistió en que evitar víctimas civiles «es un elemento central» de sus tropas. Reconoció que «los errores pueden ocurrir, y en este caso vamos a ver qué concluye la investigación».
La embajada de EEUU en Kabul anunció ayer que ha despedido a ocho guardias de seguridad por su relación con las fiestas que se organizaron en el campamento donde vivían, en las que, según la ONG que denunció los hechos se emborrachaban y humillaban a los afganos. Además, añadió que otros dos guardias han dimitido.
Los vigilantes y supervisores pertenecientes a la empresa ArmorGroup que aparecían en las fotos y vídeos publicados esta semana, semidesnudos participando en fiestas donde abundaba el alcohol y las vejaciones hacia los afganos, salieron ayer de Afganistán. Así lo confirmó la Embajada, que ha prohibido el consumo de alcohol en el Campamento Sullivan.
La ONG que sacó el escándalo a la luz comparaba el ambiente creado en dichas «fiestas» con escenas de la película «El señor de las moscas» basada en el libro del mismo título, que plasmaban «rituales de abuso y humillación».
Según los testigos consultados por la organización, algunos guardias orinaban sobre otras personas. Además, la ONG afirmó que, en al menos una ocasión, un supervisor que llevaba varias botellas de alcohol cogió de la cara a un afgano y usó «palabras duras» para humillarle.
La embajada informó en un comunicado de que, «tras enterarse de las acusaciones», tomó una «serie de medidas inmediatas» para evitar estos actos y «garantizar la seguridad», y que el personal de la legación diplomática «está bien informado».
Asimismo, la legación diplomática aseguró que el equipo local de ArmorGroup North America va a «ser sustituido inmediatamente». ArmorGroup, filial de la empresa de Florida (EEUU) Wackenhut Services, tiene 450 guardias trabajando en la embajada en virtud de un contrato de cinco años valorado en 189 millones de dólares que se amplió el pasado junio.
Tras conocer esta semana que los guardias salieron de las instalaciones disfrazados de muyahidines en operaciones «no autorizadas», durante las cuales se emborracharon e incurrieron en «conductas sexuales inapropiadas» que incluyeron abusos a civiles afganos, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, afirmó estar «genuinamente ofendida».
Los testimonios extraídos de las investigaciones aseguran que el personal de más alto nivel de ArmorGroup estaba al tanto e incluso observó de manera directa las actividades de sus guardias, pero no hizo nada para impedirlas. GARA