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Cien a�os, mil razones para levantar el vuelo

Para cualquier colectivo o instituci�n, sea del �mbito que sea, llegar a los cien a�os de vida supone ya de por s� un �xito rotundo. La Real Sociedad cruza hoy ese p�rtico, ya que fue inscrita un 7 de setiembre de 1909. El f�tbol era un deporte reci�n llegado y todav�a ex�tico en Euskal Herria, por lo que a�n deb�a ganarse el favor popular. La Liga actual ni siquiera era un sue�o lejano. Faltaban d�cadas para que aparecieran los estadios grandiosos, las audiencias masivas en televisi�n, los contratos multimillonarios... Sin embargo, aquel club no s�lo arraig� en Donostia, sino que pronto pas� a ser el principal equipo de referencia de un herrialde tan variopinto y plural como Gipuzkoa. Sus �xitos en los a�os 80 fueron festejados en toda Euskal Herria, que contuvo la respiraci�n de nuevo cuando hace seis a�os, en Vigo, volvi� a rozar el milagro del t�tulo.

Por todo ello, el centenario merece ser celebrado. Pero no s�lo desde la nostalgia de algunos tiempos pasados que evidentemente fueron mejores, sino desde la constataci�n de que la Real Sociedad ha adquirido en estos cien a�os una base muy s�lida que no puede ser dilapidada en ning�n caso. En estas diez d�cadas fueron muchos los clubes que despuntaron de modo puntual pero no acabaron de consolidarse. No es el caso de la Real. Como mejor prueba est�n sus casi 20.000 abonados actuales, que superan al n�mero de socios de nueve clubes de Primera (Almer�a, Getafe, M�laga, Mallorca, Osasuna, Racing, Tenerife, Valladolid y Xerez) y s�lo est�n por debajo de uno de Segunda (Betis).

Tambi�n los hay que, en fechas recientes y en entornos muy cercanos (Logro��s, Burgos, Oviedo...), se han visto en trance de desaparecer, atrapados en la vor�gine de gasto que exige la alta competici�n de f�tbol. La Real no est� a�n a salvo de quedar en off-side, pero parece ir tomando las decisiones acertadas para no autogolearse, apostando por la contenci�n presupuestaria, la cantera, la afici�n... y la paciencia. Su centenaria historia, revivida estos d�as, ofrece ejemplos sobrados de compromiso y esfuerzo para recobrar se�as de identidad y tomar impulso para otros cien a�os m�s.

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