ARGENTINA 1

BRASIL 3

Maradona, el míster, había hablado de «combate»; Agüero, su yerno, de «jugar con huevos»; algunos aficionados pasaron casi una semana durmiendo a la intemperie, en pleno invierno, para hacerse con las últimas entradas; Argentina había escogido una de sus sedes más calientes, Rosario, la ciudad de Messi, su mesías; y Brasil decidió llevarse de casa hasta las botellas de agua para evitar sustos como el de 1990, cuando se dice que su lateral Branco fue sedado con una sustancia narcótica por el banquillo argentino. En resumen, todo estaba preparado para que la albiceleste ganara el gran clásico y apuntara hacia el Mundial. Todo, menos el equipo. Dos horas después, la fidelísima hinchada argentina aparecía hundida en la depresión. La «encerrona» dio paso a un 1-3 que recuerda al nunca olvidado «maracanazo» de Uruguay y confirma que hoy día Argentina está futbolísticamente lejos de Brasil y en serio riesgo de quedar fuera del Mundial.

El 1-3 fue un calco del 3-0 con que la canarinha fulminó a la albiceleste en la final de la última Copa América. Dunga ha hecho un Brasil a su imagen y semejanza: impecable táctica- mente, rocoso físicamente y letal ante la puerta. El mismo estilo sin concesiones a la galería con el que Dunga, cuando era mariscal de campo en el medio centro, llevó a Brasil a campeón del mundo en 1994. Dos jugadas a balón parado, terreno en el que la verde-amarilla mostró una superioridad insultante, le pusieron por delante. Sólo al final hubo opción para una delicatessen marca de la casa, con pase al hueco medido de Kaká y definición sutil de Luis Fabiano.

Para entonces, en el Gigante de Arroyito ya había cundido la desesperación. La hinchada ha puesto a todo el plantel bajo sospecha, incluido Messi, que sigue sin completar un gran partido con la camiseta nacional, entre otras cosas porque ni Maxi Rodríguez es Iniesta ni Verón le llega a la suela del zapato a Xabi. Tras el partido, Maradona pidió que las críticas no se ceben en La Pulga. El entrenador, lógicamente, es el primero en entredicho por los pésimos resultados encadenados (6-1 en Bolivia, 2-0 en Ecuador y este 1-3 de Rosario), pero sobre todo por algo tan básico como la elección del once. La defensa hizo aguas, la afición se pregunta qué aportan ya veteranos como Zanetti, Verón o Heinze, y el motivo de la ausencia de Higuaín en beneficio de viejas glorias como Palermo es un auténtico expediente X. Pero el mito es mucho mito, y toda Argentina parece dispuesta a hundirse con Diego Armando si es preciso.

Finalísima en Paraguay

Pese a la derrota, los tropiezos de Uruguay en Perú y Ecuador en Colombia dejan milagrosamente a Argentina todavía en la cuarta plaza, la última para el Mundial (el quinto juega repesca). Pero el calendario aprieta.

Quedan tres partidos, y sólo uno parece asequible: Perú en casa. Este miércoles Argentina visita Paraguay, que está muy cerca de lograr el pase, y una derrota le abocaría ya a ganarlo todo. El último será en Uruguay, también con chance. Mucha tela para una Argentina sin crédito.