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Entrevista a Iker Sánchez Silva

«Hay que insistir en conciertos como el de Itoiz Suite, porque hacen cultura»

Mikel CHAMIZO |

Iker Sánchez Silva, nacido en Irun hace treinta y tres años, es en este momento una de las grandes promesas de la dirección en Euskal Herria, donde se ha hecho un hueco importante gracias a su relación con la BOS y a su dinámica de estrenos de nueva música vasca con el Krater Ensemble.

¿En qué momento empezó a interesarse por el mundo de la dirección?

Fue bastante joven, con unos diecinueve años. Por aquella época empecé a dirigir un coro de voces graves e hicimos algunas cosas interesantes juntos. A partir de ahí seguí practicando la dirección, pero más como un hobbie, como algo paralelo a mi carrera como trompetista. Disfrutaba mucho dirigiendo, pero tampoco me rompía la cabeza con ello ni le daba demasiada importancia.

Poco a poco fui dirigiendo más agrupaciones amateur, como ensembles, una big band, etcétera, y fue entonces cuando tuve un problema físico grave con la trompeta: se me movió toda la dentadura y perdí la embocadura. A raíz de ese suceso estuve un par de años sin saber ubicarme, porque yo estaba trabajando ya como profesor de trompeta y tocando con orquestas. Tuve que plantearme de nuevo mi carrera musical, y opté por seguir en la estela de la dirección de orquesta. Tenía Musikene cerca, hice la prueba de acceso y la superé, y ahí empezó una nueva etapa ya completamente centrada en dirigir.

Pero no llegó a completar la carrera en Musikene.

No, porque tras terminar mi segundo año de estudios gané la plaza de asistente en la Orquesta Sinfónica de Bilbao. En Musikene estoy en una especie de excedencia, pero no sé si algún día retomaré los estudios, porque tengo ya mucho trabajo.

¿En qué consiste el trabajo de asistente al director de una orquesta? Es una figura bastante desconocida.

Es verdad, no es usual encontrarte con la figura del asistente en este entorno. A nivel estatal creo que solo tres o cuatro orquestas la contemplan. La labor del asistente, principalmente, es la de acompañar al director titular y a los invitados por si necesitan algún tipo de ensayo seccional, y aconsejar con respecto a la acústica cuando están haciendo ensayos generales antes del concierto. Entre otras cosas. Yo, en mi caso, he tenido mucha suerte, porque además de eso me han permitido dirigir más de treinta conciertos. Han apostado fuerte por mí y me han confiado la dirección de conciertos de temporada, la Itoiz Suite, conciertos didácticos, etcétera. Para el que está empezando a estudiar y a conocer la orquesta es una oportunidad terrible el tener todas esas horas de experiencia con una orquesta profesional.

Juanjo Mena habrá sido una gran influencia para usted, pero, ¿quién más se cuenta entre sus referentes?

Antes incluso de entrar en Musikene había hecho un curso con López-Cobos y Arturo Tamayo en Madrid, y después en Luxenburgo con Nagy y Eötvos, centrándonos más en la música contemporánea. Siempre he tendido un poco en esta dirección, hace años hasta llegué a tener un grupo amateur de música contemporánea en Gasteiz. Siempre me ha gustado estar al día y acompañar a mis colegas compositores.

¿Por qué tiene usted esta inclinación personal por la música contemporánea?

Me gusta conocer cual es el mundo personal de la música que estoy leyendo o estudiando en ese momento, meterme un poco dentro de ese compositor. Conocer la música que se hace hoy en día es esencial para alguien que, como los directores, está interpretando constantemente la creación de otras personas. Si no estás al día en ese sentido, apaga y vámonos. Me encanta dirigir Beethoven, pero la música contemporánea es esencial, y los músicos debemos estar comprometidos con ella.

Y desde ese compromiso nace Krater.

Sí. Krater surgió de un encuentro con el compositor Aurelio Edler, que está ahora mismo en París, y que es, junto conmigo, cofundador de Krater. Nos encontramos en Musikene, y además de empezar una muy buena amistad, surgió hacer un ensemble estable de música contemporánea, que en Gipuzkoa, a diferencia de Bizkaia y Araba, no existía en ese momento. Hablamos de esa posibilidad con instrumentistas con quienes nos interesaba contar para el grupo, aceptaron muy gustosamente y hasta aquí hemos llegado.

¿Cual es la filosofía del grupo en cuanto a trabajo y elección del repertorio?

En cuanto a estéticas, intentamos trabajar sobre todo músicas de los últimos treinta o cuarenta años, y la filosofía principal es la de trabajar muy de cerca con el compositor. Esto es muy importante porque, además de dar la visión correcta de su propia música, te aportan muchísimo también en el sentido de la interpretación que se le puede dar a un partitura, puedes llegar a puntos de vista que antes eran completamente desconocidos para ti. Para mí es un lujo trabajar con este tipo de agrupación. Hacemos tres o cuatro proyectos al año y siempre intentamos traer a los propios compositores a trabajar con nosotros.

Con Krater trabaja un tipo de música contemporánea muy vanguardista, pero acaba de llegar de dirigir una obra, también contemporánea, pero completamente diferente, como es Itoiz Suite. ¿Qué es lo que prefiere y cómo se conjugan las dos cosas en su carrera?

Yo creo que todavía no estoy en el momento de elegir una cosa u otra, de decir a esto sí y a esto no. El trabajo viene y yo lo acepto con muchísimo gusto e intento llevarlo al mejor final posible. Cosas como Itoiz Suite, por ejemplo, aunque es música contemporánea porque se ha escrito hoy, no es comparable a lo que hacemos con Krater. Como bien decías, es otro tipo de escritura y su destinatario es también otro tipo de público, algo que me parece fabuloso y que el mundo de la música contemporánea debería plantearse más a menudo. Conciertos como Itoiz Suite llegan a un público que no está habituado a escuchar a una orquesta sinfónica en directo, y de esta forma se hace cultura. Hay que insistir en este tipo de conciertos. En los Estados Unidos llevan muchísimos años haciendo lo que llaman pops, que consiste en que la orquesta sale a la calle en verano con un repertorio más ligero y popular para acercarse a un público distinto del habitual.

¿Cuáles son sus impresiones después de Itoiz Suite? ¿Teme ser clasificado por haber dirigido esta obra?

No me da miedo ser clasificado como el director de Itoiz Suite, pero sí como el director de este tipo de cosas. Sé que no va a ser así, porque mi trabajo con Krater es completamente diferente y el que quiera informarse va a saber lo que hago en realidad. Lo que más me ha llamado la atención de todo esto ha sido lo mediático que ha sido Itoiz Suite, el tirón que puede tener todavía hoy un grupo como Itoiz. Me parece fabuloso, pero me ha chocado todas las entrevistas que hemos llegado a dar tanto Juan Carlos Perez como yo. Desde el punto de vista musical, estoy muy contento con la Orquesta de Bilbao, porque han sabido reaccionar en poco tiempo a una música que no están habituados a interpretar. Pero creo que el concierto de Donostia fue muy bueno y el público se mostró muy agradecido. Fue entrañable el ver a tanta gente aplaudiendo a una orquesta sinfónica que tocó la música que ellos escuchaban hace veinticinco o treinta años.

iker sánchez silva
DIRECTOR DE ORQUESTA

El nombre de Iker Sánchez Silva saltó a la palestra mediática hace unas semanas gracias al estreno de Itoiz Suite de J.C. Pérez, en la que ejerció las labores de dirección, pero la trayectoria de Sánchez Silva se remonta muchos años atrás, pues ha sido siempre una batuta asociada a formaciones amateur y, más recientemente, a la Orquesta Sinfónica de Bilbao y al Krater Ensemble.

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