Manu Errazkin Padre de Ohiane Errazkin, fallecida en la cárcel de Fleury
Como un elefante en una cacharrería
Nosotros somos los más interesados en llegar a un escenario de paz, pero ni con represión ni echando cometas al cielo llegará ese escenario porque, al igual que la mayoría de este pueblo, creemos que la paz vendrá a través de un acuerdo político
Así ha sido la irrupción del nuevo Gobierno de Lakua en la escena política del país. Las comparecencias del consejero de interior Rodolfo Ares demuestran bien a las claras el objetivo primordial del nuevo ejecutivo: acabar con todo atisbo de solidaridad para con las presas y presos políticos vascos, reprimiendo con dureza cualquier denuncia de la situación en que viven y criminalizando la justa defensa y reivindicación de derechos básicos que les corresponden.
La convulsa situación en que nos encontramos nos retrotrae cada vez más a los oscuros tiempos del franquismo: la desaparición de Jon Anza, secuestros y torturas a ex presos, el fallecimiento de Remi en pleno acoso policial, múltiples identificaciones, una Audiencia Nacional dedicada casi en exclusiva a reprimir todo lo que huele a vasco, el impulso desmedido en pro de la reaccionaria y fascistoide idea del pensamiento único, un rebrote de la actividad fascista plasmada en pintadas, amenazas, destrucción de monolitos, etc. Estamos padeciendo una persecución obsesiva de fotos de presos y presas, de carteles, pancartas, prohibiciones continuas de manifestaciones, homenajes, comidas, actividades festivas... Han caído tan bajo que incluso se atreven ya con nosotros los familiares que, además de sufrir las consecuencias de la cruel política penitenciaria, tenemos que sufrir también la violencia policial, y todo por reclamar unos derechos básicos para nuestros seres queridos. Y vemos cómo muchas bocas permanecen cerradas ante este panorama, quizás porque tienen rumiando todavía su agradecido estómago.
Es de destacar la desmesurada actuación de la Ertzaintza empleando una violencia inusitada en recintos festivos abarrotados de gente de todas las edades, sin importarles las consecuencias, y todo porque se amparan en la más absoluta impunidad, escondidos tras sus máscaras y jaleados sin reservas por el consejero Ares y sus acólitos.
Se diría que una paranoia jurídico-policial se ha instalado en este país. Paranoia alimentada por ciertos medios de comunicación. Pero todo esto no es más que parte de una estrategia bien definida que comenzó con la criminal política de dispersión de presos hace más de veinte años y que ha dejado un trágico balance de decenas de fallecidos presas y presos, familiares y amigos. Posteriormente otras medidas: aislamiento, chantaje, traslados, palizas... Y, como no conseguían doblegar la voluntad de las y los presos, endurecieron el Código Penal, impidiendo la excarcelación de enfermos de gravedad y de presas y presos con condena cumplida, implantando de facto la cadena perpetua... Y ahora se suma la represión más brutal hacia todo tipo de solidaridad para con presas y presos políticos vascos. Porque el objetivo que persigue toda esta estrategia es negar la naturaleza política del conflicto y, por ende, la existencia de presas y presos políticos. Pero ¿por qué hoy en día estamos ante el mayor número de presos y exiliados políticos? La respuesta es clara y contundente: porque existe un conflicto político sin resolver.
Pero ¿cómo pueden decir que no existe conflicto político, si no hacen más que tomar medidas y decisiones políticas cada vez más severas, conculcando así cada día más derechos y libertades como las de expresión, manifestación, reunión, etc.? Porque ¿acaso no fue una decisión política la dispersión? ¿Acaso no fue una decisión política la antidemocrática Ley de Partidos? ¿Acaso no fue decisión política el endurecimiento del Código Penal para con las y los presos vascos? Evidentemente, han sido decisiones y medidas políticas, porque la naturaleza del conflicto es política.
Sin embargo han decidido que la única solución al conflicto es la represión por vía jurídico-policial y que ése es el camino hacia la paz. Nosotros somos los más interesados en llegar a un escenario de paz, pero ni con represión ni echando cometas al cielo llegará ese escenario porque, al igual que la mayoría de este pueblo, creemos que la paz vendrá a través de un acuerdo político, pues ése es precisamente el carácter del conflicto. Y esto es lo que tratan de esconder.
Pero, a pesar de todas estas dificultades y obstáculos, los familiares debemos hacer frente a la política de mano dura planteada por los gobiernos centrales y autonómicos, demostrándoles que de ninguna manera vamos a dejar solos a nuestros seres queridos, que con fotos o sin ellas, con pancartas o sin ellas, seguiremos dando testimonio de la situación en que viven, denunciando dicha situación donde haga falta y buscando compromisos entre los diferentes agentes sociales, políticos y sindicales en defensa de los derechos que les corresponden. Y este mismo sábado tenemos la oportunidad de demostrarlo con la manifestación nacional que saldrá a las 17:30 del barrio donostiarra del Antiguo con el lema: «Eskubide guztien jabe, Euskal presoak Euskal Herrira». Porque hoy más que nunca una fuerza nos mantiene firmes y unidos: que a nuestros familiares los queremos, y además vivos y en casa.