A casi siete años vista del vertido de fuel del Prestige que afectó a la costa cantábrica, una nueva revisión sobre aquella crisis y la posterior actuación para minimizar sus efectos, constata que el operativo vasco de luchar mar adentro contra aquella contaminación y no esperar a que llegara a tierra fue clave para que el impacto resultara menor en estas latitudes, «el menor de todas las comunidades costeras del golfo de Vizcaya».

Así lo constata el artículo publicado por varios especialistas en la nueva publicación editada por el consorcio Azti-Tecnalia, ``Revista de Investigación Marina'', cuyo primer número se puede consultar en internet desde este fin de semana.

El periodo más significativo de la crisis provocada por el Prestige tuvo lugar entre los meses de febrero y marzo de 2003, cuando la arribada de fuel a la costa vasca fue más intensa. El dispositivo puesta en funcionamiento, y formado por buques pesqueros, recogió, no obstante, hasta setiembre de 2004, más de 21.000 toneladas de residuos de fuel, frente a las algo más de 3.200 que se recogieron en la costa.

Si se hace una comparativa con el inventario de residuos impregnados de fuel recogidos en otras comunidades afectadas, se observa que las toneladas retiradas en tierra fueron mucho mayores que las recogidas en el mar. A juicio de los autores de esta revisión de aquella catástrofe marítima, el hecho de que en la costa vasca se retiraran seis toneladas de residuos en el mar por cada tonelada de tierra es «un hecho nunca logrado en la historia de la lucha contra las mareas negras»

Los barcos pesqueros

El éxito de esa recogida mar adentro es achacada a las herramientas de índole meteorológico y oceanográfico, lo que posibilitó realizar previsiones bastante acertadas de la deriva de los vertidos, incluso estableciendo escenarios a una semana vista.

Igualmente, en este informe se subraya la «importancia y novedad de disponer de un recurso como los pesqueros para hacer frente a este tipo de individualidades». La recogida de estos buques en alta mar fue mucho mayor en el Golfo de Bizkaia que la protagonizada en todo el Cantábrico por los barcos anticontaminantes llegados de otros lugares de Europa.