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Testigos avalan que la sentada de los doce jóvenes fue pacífica y sin riesgo

Varios testigos, entre ellos un periodista de ETB y un cámara de este medio que grabó los hechos, avalaron la versión de doce jóvenes que fueron juzgados ayer por una sentada realizada el 16 de mayo de 2007 en Iruñea. Frente a la versión de policías españoles y municipales, afirmaron que el acto fue pacífico y sin riesgos. Tras tres horas y media, el juicio se suspendió por ausencia de un testigo policial español.
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Iñaki VIGOR |

La vista oral comenzó a las 9.45 en el Juzgado de lo Penal nº 2 de Iruñea, pero previamente los doce acusados de «desórdenes públicos» y, varios de ellos, de «atentado a la autoridad», participaron en una concentración ante el Palacio de Justicia arropados por decenas de personas. Tras una pancarta con el lema «Hoy nos juzgan por sentarnos. ¿Mañana?», los concentrados entonaron cánticos alusivos a Barcina y al jefe de la Policía Municipal, Simón Santamaría, que acudió como testigo.

El primer acusado en declarar fue Artour Rekalde, quien explicó que el objetivo de aquella acción fue reivindicar gaztetxes y pedir la libertad de Xabier Errea, encarcelado por «atentado» a un agente municipal a quien quitó la gorra. Rekalde se encadenó, junto con Sergio Salinas, en un bidón que colocaron en el cruce de la cuesta del Labrit con la calle Amaia. Ambos declararon que adoptaron medidas para no poner en peligro a conductores y transeúntes, y que por este motivo aprovecharon los quince segundos en que dos semáforos coinciden en rojo para encadenarse, mientras otros miembros del colectivo Iruñea piztera goaz!, con chalecos reflectantes, colocaban triángulos de alerta de peligro en la vía.

Artour Rekalde recordó que luego fueron golpeados por la Policía española y que sufrieron agresiones incluso en el Hospital, donde les amenazaron con violarlos. Sergio Salinas agregó que sólo ocuparon un carril, que el tráfico apenas se cortó unos pocos minutos y que ese acto coincidió con una marcha de bicis que tenía los mismos objetivos que el encadenamiento al bidón, pero de forma independiente. «Fue una iniciativa pacífica que no quería dañar a nadie, sino denunciar que en esta ciudad no existe un mínimo de derechos civiles», declaró.

Un turista, también detenido

El tercer acusado en declarar fue Luis Fernando Bermejo, un vecino de Valencia que aquel día visitaba Iruñea por primera vez. «Aproveché para hacer turismo, vi a un grupo de jóvenes en una protesta y me quedé para cotillear. Yo simpatizo con el movimiento okupa, pero no participé en nada. Se daban consignas en vasco y no entendía nada», dijo.

A preguntas de la fiscal, respondió que primero llegó la Policía Municipal y luego la Policía española. «Enseguida hicieron una carga y salí corriendo, porque yo vestía más o menos como aquellos jóvenes y me vi en peligro. Perdí mi libreta del banco, la Policía la recogió y me detuvo cuando yo ya estaba parado. No pensaba que venían a por mí. Tampoco me dejaron hablar ni me dijeron por qué estaba detenido», recordó, tras negar que hubiera lanzado contenedores ni adoquines contra la Policía.

También declararon como acusados Xabier Maeztu, Alberto Jesús Iglesias, Fermin Lezaun, Itxaso Castellano, Israel González, Alberto Biurrun, Jon Eneko Tirapu, Angel Carlos Billero y Mirian Bravo. Varios de ellos estaban en huelga de hambre por el encarcelamiento de Xabier Errea, y todos ellos coincidieron en que fue una protesta pacífica, que no se puso en peligro a nadie y que no se impidió el tráfico porque los coches pasaban por los carriles que quedaron libres. Además, dijeron que fue la Policía española quien provocó «tensión» al girar el bidón. «Al ser abucheados por ello, comenzaron a dar porrazos y a tirar las bicis contra los árboles», resumió Maeztu.

Por el contrario, el mando de la Policía española que intervino aquel día y el jefe de la Policía Municipal declararon que fueron insultados, que no vieron chalecos reflectantes ni triángulos y que la protesta generó una situación de «peligro».

Santamaría fue el único que dijo ver «alguna piedra» y «oído ruido de cristales» de botellas. «También me dio la impresión de ver medio adoquín», añadió. Su versión fue desmentida por testigos que tienen comercios en la zona o que participaban en la marcha de bicis.

A petición de la fiscal, el juez suspendió la vista porque no acudió un policía español cuyo testimonio considera «imprescindible» para este caso.

Juicio suspendido

El juicio fue suspendido por incomparecencia de un agente de la Policía española que debía declarar como testigo. Los jóvenes acusados y los abogados defensores mostraron su protesta, pero el juez accedió a reanudar la vista el próximo 1 de octubre.

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