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El fiasco electoral afgano pone a Occidente en un auténtico brete

Evidenciado el fraude y la escasa participación en las elecciones, las potencias occidentales se enfrentan a todo un dilema en Afganistán. Si validan la victoria de Hamid Karzai quedarán en total evidencia ante el mundo. No hacerlo podría ser peor, pues obligaría a una segunda vuelta aún más amenazada que la primera mientras se acerca el invierno. Tampoco cuentan con recambio alguno. Un brete de órdago.
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Las elecciones afganas, que se anunciaban como la coronación de ocho años de esfuerzos por «hacer avanzar» a Afganistán, se han convertido en un embrollo difícil, si no imposible, de resolver para Occidente.

La crisis sobreviene además en el peor momento para el cerca de medio centenar de países comprometidos, tras el liderazgo de EEUU, en la guerra contra la resistencia afgana. Y es que las opiniones públicas occidentales se muestan más críticas que nunca con esta aventura bélica y exigen la inmediata repatriación de los soldados.

Las presidenciales del 20 de agosto fueron organizadas y financiadas por los ejércitos ocupantes con el objetivo de legitimar el poder de Hamid Karzai, impuesto en Kabul a finales de 2001 tras la retirada talibán que siguió a la campaña de bombardeos aliados.

Pero el guión se ha trastocado. Los gobiernos occidentales tienen dificultades para explicar a sus opiniones públicas por qué siguen sosteniendo a un régimen minado por la corrupción y las alianzas con los señores de la guerra, para lo que no ha dudado en aplicar una interpretación tan rigorista del islam como la de sus predecesores talibán.

Un mes después de las elecciones, los resultados preliminares fueron anunciados el pasado miércoles y ratificaron la victoria en primera vuelta de Karzai (54,6% de sufragios) sobre su principal rival, Abdullah Abdullah (27,8%).

Incluso dando por buenos esos resultados, la escasa participación (38,7%), no otorgaría, ni de lejos, una gran legitimidad al actual presidente.

Eso sin contar con las denuncias de fraude masivo, que según los observadores de la ONU alcanzarían a 1,5 millones de votos sospechosos (uno de cada cuatro votos emitidos).

Harun Mir, politólogo afgano, habla abiertamente de que vienen tiempos de incertidumbre política. «La muy débil participación y las numerosas acusaciones de fraude han dado un golpe de muerte a la credibilidad de las elecciones», señala.

Protegido por el anonimato, un diplomático occidental no oculta su decepción por el fracaso de la estrategia electoral. «Las elecciones debían estimular el apoyo de la comunidad internacional a la presencia de tropas extranjeras y a la reconstrucción del país, pero han provocado justo la reacción contraria», indicó.

Karzai critica ingerencias

Un día después de la divulgación de los resultados, Karzai negó la existencia de fraudes masivos y recordó que «irregularidades menores ocurren en todo el mundo».

Defendió su investigación «pero objetivamente y sin ingerencias» y no dudó en mostrar su «esperanza de que nuestros amigos extranjeros respetarán la elección el pueblo afgano y dejarán a la Comisión Electoral Independiente y a la Comisión de Quejas Electorales hacer su trabajo sin aprioris».

«Nosotros no elegiremos vuestro presidente, pero nos negamos a ser cómplices de semejante intento de fraude masivo», señaló el jefe de los observadores de la UE, el francés Philippe Morillon.

Washington insiste en que se trata de resultados preliminares y Londres avanzó que no tomará parte de un «cualquier tipo de simulacro electoral».

Los talibán atacan a un convoy italiano en pleno centro de Kabul provocando 16 muertos

Al menos 16 personas, diez civiles y seis soldados italianos, murieron ayer en un ataque suicida que fue reivindicado por la resistencia talibán.

A media mañana, un kamikaze lanzó su coche cargado de explosivos contra un blindado italiano a la altura de una de las arterias más concurridas de la capital afgana, concretamente la que comunica Kabul con el aeropuerto internacional.

El atentado ocurrió ante las dependencias de la Policía afgana emplazadas cerca de la embajada de Estados Unidos en Kabul.

Los cinco soldados italianos que viajaban a bordo del blindado resultaron muertos. También murió un sexto soldado que viajaba en un segundo blindado Lince, cuyos otros cuatro ocupantes resultaron heridos. Las víctimas civiles se encontraban en ese momento en las inmediaciones del escenario del atentado.

El ataque conmocionó a la opinión pública italiana y fue respondido con un minuto de silencio en el Parlamento de la UE en Estrasburgo.

Con las bajas de ayer, ascienden a 20 los militares italianos muertos desde 2004, cuando Italia, que mantine un total de 3.250 efectivos en Afganistán, envió sus primeras tropas.

Este nuevo ataque llega en un momento crítico para los planes ocupantes en Afganistán, con una crisis política sin precedentes con motivo de las últimas elecciones presidenciales.

No obstante, los talibán mantienen su agenda y cada vez realizan ataques más sofisticados y osados contra los ocupantes, para los que 2009 se ha convertido a tres meses de su final en el año más mortífero desde su llegada a finales de 2001.

En agosto y setiembre fueron atacados respectivamente el cuartel general de la OTAN y su base aérea. GARA

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