Es fascinante asistir a los cortes que emiten las cadenas de las intervenciones parlamentarias. Según donde te coloques ha sucedido una cosa o la contraria simplemente cambiando de canal. Es lo que se conoce como la «objetividad informativa». Cada cual tiene su objetividad que coincide exactamente con la ideología mayoritaria en el consejo de administración de la cadena. O con la oportunista posición del partido dominante en la televisión pública de turno. Es una casualidad, pero como es así siempre y todas las veces, tendremos que convenir que se trata de una ley natural.

Me gustaría saber, por ejemplo, qué es «presión fiscal». Me lo imagino, como me imagino tantas otras cosas de ese lenguaje críptico que se utiliza para disfrazar todo lo que tiene que ver con la economía. Porque resulta que es mala la inflación, pero peor la deflación, con lo que subir los impuestos a los ricos es pecado, porque aumenta el fraude fiscal, en cambio bajarlos ayuda a que envíen sus excedentes a bancos y paraísos fiscales de todo el globo, o de la sucursal de la esquina que en todos los océanos con dinero existen islas con opacidad fiscal, que debe ser bueno.

Está claro que las cotizaciones de bolsa son informaciones que deben tener una buena audiencia, o al menos, responde a las necesidades de algunos clientes fijos. Y cuando hablan directamente en los espacios económicos de las pocas cadenas que se dedican con atención especial, nos encontramos de nuevo con mensajes dedicados a los accionistas, los especuladores, los directivos. De vez en cuando aparece alguien que traduce esas claves iniciáticas para ser entendidas por el común de los contribuyentes y entonces se nos pone cara de tontos, porque es tan sencillo que nos parece imposible no habernos dando cuenta antes. El éxito consiste en cobrar más y pagar menos. Como decía mi abuela que llevaba las cuentas al día y sin estar pendiente de los euribores.

Así que la crisis tiene una solución bastante sencilla según los divulgadores e imposible según los especialistas, políticos o técnicos, que cada vez introducen mayores prevenciones y si se ven más de tres noticiarios diferentes el galimatías es indescifrable.