Mikel INSAUSTI

Me pregunto ¿qué sería de los festivales sin valores seguros que nunca decepcionan como Campanella? Es de agradecer que un autor consagrado se avenga a competir con realizadores que están empezando, más aún a sabiendas de que los jurados huyen de las películas de calidad y, sobre todo, de las que entretienen. Si ya es tranquilizador saber que uno va a disfrutar durante las más de dos intensas horas que dura “El secreto de sus ojos”, es todavía mejor sentir que te están tratando como a un espectador dispuesto a compartir emociones verdaderas, y sin perder la complicidad ya establecida de anteriores citas con el cineasta argentino. Porque Campanella es fiel a sí mismo, aunque tenga que entrar en las complicaciones propias del cine negro y, por primera vez, utilice una estructura fragmentada con constantes saltos en el tiempo hacia adelante y atrás. El resultado es un gran flash-back moral a través del oscurantismo de los corruptos preámbulos históricos de la dictadura militar, para llegar de nuevo a la conclusión de que en su filmografía siempre ha de triunfar el amor, sólo que con el matiz esta vez de que esa romántica apoteosis in extremis va acompañada de su necesaria ración de venganza en cuanto acto de justicia poética.

¿Cómo no vengar al bueno de Sandoval? Qué pedazo de personaje secundario se marca el gran actor cómico Guillermo Francella, aquí mucho más contenido que en su esperpéntica caracterización para los Cuarón en “Rudo y cursi”. Qué manera de decir sus resabiados diálogos, siempre llenos de ironía y muchos grados etílicos. Es de esos tipos que se convierten en clásicos instantáneos y que traspasan la pantalla para quedarse con nosotros. Pero si la palabra de Campanella y el novelista Eduardo Sacheri suena a música celestial en sus labios o los de Ricardo Darín y Soledad Villamil, otro tanto sucede con el sublime manejo de las miradas y la composición visual, destacando las tomas aéreas sobre el campo de fútbol de Huracán y la persecución que sigue cámara en mano.