Ang Lee cree que, en la actualidad, EEUU revive un espíritu parecido al de finales de los años 60, que desencadenó en 1969 con el festival de Woodstock, gracias al cambio que representa el presidente Barack Obama. Así lo afirmó ayer el director taiwanés en el marco del Zinemaldia, en el que presenta en Zabaltegi su última película: «Destino: Woodstock», la trastienda del mítico macroconcierto.

Lee señaló, en un encuentro con un grupo reducido de periodistas, que para los jóvenes norteamericanos Obama es «un sueño que empuja al cambio, como ocurrió en Woodstock». Precisamente aquellos años de inocencia y utopía son los que ha querido mostrar el cineasta en su último filme, «una consecución natural» a »La tormenta de hielo», que transcurría en 1973 y representaba, «en cierto modo la resaca», de 1969.

Basada en el libro de memorias de Elliot Tiber (Demetri Martin), un joven que tuvo un importante papel involuntario para que el festival que se celebró en 1969 fuera un acontecimiento histórico, «Destino: Woodstock» realiza un viaje a aquellos años y, concretamente a un pueblecito en los montes Catskills.

Allí, Elliot trabaja en el negocio familiar, el motel El Mónaco. Cuando se entera de que el ayuntamiento de Wallkill ha denegado el permiso para que se celebre el festival de música, se pone en contacto con el productor Michael Lang (Jonathan Groff) para convencerle de que en su pueblo se podría celebrar el evento. Así empieza una aventura que más tarde se convertirá en «los tres días (entre el 15 y el 18 de agosto de aquel año) de paz y música en White Lake».

Cambiar de género

Lee, a quien le gusta cambiar de género y hacer proyectos diferentes cada vez, explicó que tras rodar seis tragedias quería «algo más ligero y con humor». De hecho, si en «Brokeback Mountain» (Óscar al mejor director en 2006) se adentró en una historia de amor entre dos cowboys por «curiosidad», este mismo sentimiento le ha llevado a cambiar de género, algo con lo que disfruta.

Así surgió esta comedia, que enseña cómo se hizo el mítico festival, toda la trastienda, incluido el negocio que muchos hicieron a su costa. «Ya existe un documental del año 70 sobre las actuaciones del festival y no quería hacer lo mismo. Mi intención era acercarme a este acontecimiento enorme, que fue el centro del universo durante tres días, no mostrar las actuaciones de los músicos, que, por otro lado, fueron de las peores de sus carreras», detalló el realizador.

Para ello, realizó un detallado estudio de cómo eran los hippies de la época. «Tenían una forma muy femenina de rebelarse contra lo que estaba ocurriendo en EEUU (motivado principalmente por la guerra de Vietnam). Pero Woodstock tampoco fue sólo algo de los hippies, aunque el Gobierno y los medios lo utilizaron como insulto y algo despectivo», precisó.

Lee afirmó que volverá a cambiar de registro en su próximo proyecto (está escribiendo el guión de un cuento filosófico para niños, basado en la novela «Live of Pi», de Yan Matel), y sobre la posibilidad de llevarse otro Óscar apuntó: «El Óscar es lo contrario a lo hippy». Además, le pone incómodo pensar en ponerse el traje e ir a la gala, como confesó el también premiado con la preciada estatuilla por «Tigre y dragón».