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ZINEMALDIA

Ricardo Darín: el secreto de su éxito...

Iratxe FRESNEDA

Puede residir en un sinfín de detalles de suma importancia, bagaje adquirido durante largos años de experiencias dentro y fuera del mundo cinematográfico, provenir de una familia vinculada al espectáculo, quién sabe... Lo cierto es que Ricardo Darín es un «monstruo» que traspasa la gran pantalla. Poseedor de uno de esos rostros y presencias que devoran al espectador que mira al otro lado, sus facciones, inconfundibles, hacen que parezca nacido para ser perseguido por una cámara. Y la cámara le quiere y le mima, más allá de la superficialidad de la belleza estética.

Darín es fuera de la ficción alguien con quien poder conversar y si es acerca de su oficio, la mirada se le ilumina y la pasión puede con el cansancio de los días de promoción. Le gusta hablar de lo que hace o, al menos, es lo que parece. Pero el bonaerense (¿puedo llamarlo así?) no camina solo, halló hace tiempo en Campanella un buen compañero de viaje por el celuloide. A su lado ha creado personajes e historia inolvidables como «El hijo de la novia» o «El mismo amor, la misma lluvia». Ambos comparten un sendero por la historia del cine argentino que ha hecho que éste supere las barreras comerciales y culturales y adquiera un lugar en el mundo. Poco ambicioso, asegura sentirse muy a gusto en sus pequeños retiros entre una y otra película; es más, no siente inquietud alguna cuando no se dedica a su oficio de actor. Hasta Donostia ha llegado un Darín que parece satisfecho y relajado, a pesar de haber hecho doblete con dos películas en la sección oficial: «El secreto de sus ojos», de Campanella, y «El baile de la victoria», de Fernando Trueba.

Y mientras comprobamos los dispares resultados del trabajo de ambos directores, esperamos el veredicto de un jurado que reconozca el valor de trabajo de un extraordinario actor llamado Ricardo Darín.

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