Benidorm es un paradigma. Su crecimiento urbanístico como espoleta del desarrollismo franquista, la democratización de los viajes de jubilados y pensionistas, la idea de una ciudad hecha y reafirmada como dedicada a acoger el truismo más popular o populista, con un alcalde que era recibido en el palacio del Pardo por el caudillo para conseguir la autorización del uso del biquini pecaminoso en aquellos años grises en sus playas sombreadas por el cemento. Todo nos lleva a pensar que Benidorm es un paraíso convertido en un parque temático. Políticamente, en el terreno partidista, es una punta de lanza. La historia no deja mentir. Eduardo Zaplana, casado con la hija del alcalde franquista, logró ser alcalde de Benidorm gracias a una moción de censura propiciada por un tránsfuga. La situación se repite, pero al revés, son los socialistas los que se apoyan en un tránsfuga para acceder a la alcaldía. Lo curioso de este caso es que entre los ex-socialista está la madre de la actual secretaria general de los socialistas, Leire Pajín, una de esos personas que se han encaramado a los telediarios y nadie sabe muy bien sus méritos. Todo lo que toca ZP se convierte en un sainete. Su equipo flaquea, pero él consigue estar en la mesa con los ricos.

Lo que quería decir y casi no lo digo es que con esto del transfugismo, los partidos políticos se vuelven todavía más cínicos, más atrabiliarios, menos creíbles. ¿Por qué no puede alguien pasarse de un partido al grupo mixto? Si un arrepentido recibe premio, ¿por qué debe un concejal mantenerse fiel a un partido o a un alcalde que puede estar actuando en contra de los intereses del la ciudadanía? Los partidos firman pactos anti-transfugismo para asegurarse sus miembros los garbanzos. Y porque no se fían ni de ellos mismos. Es una manera de bloquear cualquier protesta, de convertir las elecciones en asuntos internos y no en una consulta popular. No hay listas abiertas, las cúpulas controlan sus cortijos y nadie puede cambiar de idea, de partido o de pesebre. Y Benidorm sigue siendo material televisivo de primer orden. Es un ejemplo, o mal ejemplo, para casi todo.