«Impulsar una buena política educativa es caro, pero más caro es no hacerlo»
Nacido en Izaba (1950), reside en Donostia desde hace muchos años. La pasada ha sido una semana dura aunque apasionante para el prestigioso físico, presidente del Donostia International Physics Center (DIPC), porque ha tenido que atender a los investigadores que se han acercado al congreso Atom by Atom, así como a los medios de comunicación. Aunque cansado, se muestra satisfecho por el devenir de la cita.
Maider EIZMENDI |
Incide en la necesidad de que los científicos expliquen qué hacen, para qué sirve y por qué se hace. Aunque se esté avanzando, entiende que «el cuello de botella» en la investigación científica en Euskal Herria es la inversión privada. Pese a todo, su gran preocupación es la educación, porque, según afirma, «del acierto o desacierto de la política educativa va a depender nuestro lugar competitivo en el mundo como pueblo».
Las actividades de la tarde han sido públicas, pero ¿cómo han transcurrido las jornadas matinales?Durante el congreso se ha hablado mucho de la colaboración entre centros científicos y la industria. ¿Es preciso que la industria invierta más en ciencia?
NanoGune no observa la industria como una vaca que le va a proporcionar la leche para hacer lo que quiere. La misión del centro es hacer investigación de primera línea mundial, además de educar o transformar ideas en productos y contribuir a la diversificación de la industria.
Pero la financiación privada es más bien escasa...
El cuello de botella en la investigación científica por estos lares es la inversión privada, aunque no tanto en la Comunidad Autónoma Vasca como en otras zonas del Estado. Pero creo que el ambiente se está creando. Desde hace algunos años ya existe un amplio consenso sobre la importancia de la investigación, el desarrollo y la innovación para nuestro futuro económico. Este consenso se está plasmando en acciones concretas por parte de actores privados, menos, y más de instituciones.
Otra de las cuestiones que han repetido los ponentes es la necesidad de produndizar en la divulgación. ¿Son necesarios más congresos como éste?
Congresos no lo sé, pero explicar qué hacemos, para qué sirve lo que hacemos y por qué hacemos lo que hacemos, sí. Seguiremos contribuyendo para crear una sociedad científicamente informada que es más libre, más culta y menos dependiente de grupos de presión, y a la vez impulsar un soporte social para este proyecto. Ésa es una de las funciones de nanoGune. Ahora, congresos específicos de la magnitud de la que hemos organizado requieren un esfuerzo tremendo. Hay que crear las condiciones para que haya hambre para estos congresos, pero que nadie esté harto.
Hablando de la labor divulgativa, ¿podría resumir brevemente la labor del DIPC en estos nueve años y medio?
Si tuviera que resumir la labor del DIPC subrayaría cuatro o cinco actividades: ha sido catalizador de la actividad investigadora de muchos de los grupos líderes de la UPV-EHU; incubadora del Centro Mixto con el CSIC, donde hemos acogido a la gente que luego ha ocupado los puestos permanentes; hemos apoyado las políticas de gobierno en los centros de excelencia; hemos sido una plataforma de aterrizaje de talento que tenemos fuera para que con libertad desarrolle sus ideas y luego encuentren su sitio permanente en el sistema investigador o en el sistema industrial; y hemos sido también un catalizador de las actividades de divulgación científica y de creación de un cultura científica. Es de destacar también que en estos años, además de los congresos que hemos organizado, a los que han venido miles de científicos, mas de mil investigadores han realizado estancias en el DIPC.
Uno de los actos más exitosos ha sido el encuentro entre estudiantes y premios Nobel. ¿Es preciso acercarse más a los alumnos?
Nuestra misión fundamental es la investigación. Nosotros colaboraremos de forma entusiasta en la divulgación científica. Sin embargo, desde Jakiunde (academia de la que también es presidente) estamos pensando en utilizar el talento que tiene la academia en muchos temas para hacer llegar con una serie de conferencias o charlas a los institutos esos conocimientos.
Es curioso. Parece que cada vez hay más interés por la ciencia y, sin embargo, los estudiantes que optan, por ejemplo, por estudiar Química son pocos.
Eso es tremendo. Y en parte se debe a que por alguna razón no estamos trasmitiendo la importancia de la ciencia. Durante algunos años la mayoría de los estudiantes han sido seducidos por otro tipo de atractivos económicos que ahora se han visto a dónde nos llevaban: a una economía de casino que nos ha llevado a donde nos ha llevado. Si conseguimos transmitir al sistema educativo la importancia y la belleza de la ciencia, esto cambiará. Yo estoy convencido de que con la crisis va a cambiar esto.
La receta no es muy difícil. La solución no vendrá de la leyes, regulaciones o acuerdos parlamentarios, sino de tener a los profesionales de la educación formados e informados, bien remunerados y socialmente valorados... Del acierto o desacierto de la política educativa va a depender nuestro lugar competitivo en el mundo como pueblo y tenemos que ser conscientes de que, además de otras muchas cosas, la buena política educativa es cara. Pero hay que entender también que, siendo muy cara, sería mucho más caro no hacerlo.