Raimundo Fitero
Las moscas
Se han acabado las famosas moscas de la televisión? La asepsia de algunos estudios entra en contradicción con lo pringoso de sus contenidos. Hoy sería una noticia ver en la mesa de un noticiario de cualquiera de las televisiones públicas o generalistas de difusión estatal que nos rodean una mosca molestando a la locutora de ojos luminosos y de un azul jamaicano. Las moscas tienen difícil su vida en esos ambientes tan de metacrilato, pero la basura abunda, por lo tanto se deben estar utilizando productos de choque que les hacen maldecir su corta existencia.
No hay moscas, pero deben haber moscardones, abejorros, tábanos que van produciendo una costra insalvable. ¿Será posible recobrar en los servicios informativos un mínimo de distancia ante los hechos? No se trata de abandonar la ideología de cada cual, ni renunciar a su visión del mundo, pero cargar en cada entradilla contra el contrario, o el opositor, o simplemente el otro, empieza a ser una costumbre realmente indignante. Sabemos, admitimos, comulgamos con las ruedas de los molinos de que se nos informe siempre parcialmente, siempre mostrándonos una parte de la verdad, de la noticia, es decir haciendo un media mentira o una mentira entera, pero que cada busto parlante opine de manera subjetiva, delegada, porque sus redactores siguen consignas férreas empieza a ser una nefasta costumbre que está acabando con la poca credibilidad que transmiten.
El virus de toma de postura previa y militante no es solamente una cuestión ideológica sino también una estrategia comercial. No solamente atacan al enemigo político sino todavía más al competidor de audiencias y anunciantes. Colocan su fanatismo tanto ante un partido de baloncesto como ante un refrendo europeísta. No hablemos en lo referente a Euskal Herria, que es una escuela de corrupción informativa constante y creciente. Están probando todas las técnicas de exterminio del pensamiento diferente, y en los medios de comunicación están experimentando con las metodologías más salvajes, no solamente de manipulación e intoxicación, sino de crear un paraguas propagandístico para la impunidad. No va a quedar ni una mosca. ¡Qué mosqueo!