La plantilla de Kennametal lucha contra el cierre y por dar un rumbo a un barco a la deriva
Como un barco a la deriva ha navegado la planta de Kennametal en los últimos años, según los trabajadores. Sin capitán que lo gobierne y teledirigido desde la central europea de la multinacional en Alemania, que no le ha dado ningún rumbo a ninguna parte.
Pablo RUIZ DE ARETXABALETA I
Y después de 40 años de actividad en Gasteiz, la plantilla cree que ahora lo dejan hundir. La multinacional ha anunciado su intención de cerrar la planta de la capital alavesa, lo que dejaría a 49 personas en desempleo. La plantilla rechaza los argumentos de la dirección que quiere reorganizar su estructura en Europa. La empresa, que se dedica a la producción de herramientas de corte de metal, componentes y materiales avanzados, asegura que la decisión es «definitiva» y que responde a «los estudios de viabilidad de la compañía en un contexto internacional».
Kennametal de Gasteiz forma parte de una multinacional con instalaciones en más de sesenta países. De ser una empresa familiar -Herko-, pasó a ser parte de una multinacional hace 25 años, cuando la compró Widia. Esta, a su vez, fue adquirida por el grupo Valenite y luego vendida en 2001 a la estadounidense Kennametal. Su sede central en Europa, donde tiene numerosas plantas productivas, se encuentra en Alemania.
Empresas de automoción y aviación son los principales clientes de la planta de Gasteiz. En opinión de la empresa, existe una«sobreproducción y un exceso de capacidad estructural del grupo» ante la crisis en estos sectores, por lo que su previsión es de una persistencia de la caída de la demanda y de las ventas.
Pero los trabajadores no opinan lo mismo. «Van a lllevarse lo que hacemos aquí para producirlo en Alemania», indican, señalando el primer aspecto de una deslocalización «a la inversa» hacia un país con mayores costes. «Los resultados económicos de estos últimos años en Vitoria ha sido positivos, lo que es bastante en los tiempos que corren», afirma el comité.
A su juicio, desde que Kennametal compró la planta, ha ido quitando trabajo «y de ahí que los resultados económicos no hayan sido mejores todavía». «Ha llevado a cabo una labor de desgaste, debilitándonos de forma continuada, arrebatándonos nuestros clientes y llevándose nuestro trabajo a otras plantas del grupo».
En este proceso, un cambio fundamental fue, a su juicio, la desaparición de la actividad comercial, centralizándola en Suiza y dejando a la fábrica de Gasteiz sin departamentos de ventas y sin posibilidad de buscar clientes. «Todas las ventas vienen de lo que dice el grupo, nosotros somos sólo un centro de producción. Siempre que hay un pedido va a la central y de ahí los distribuyen a diferentes centros de producción. De ahí volvería a la central y ellos se encargan de facturar al cliente. No tenemos ningún contacto con el cliente. Es una de las cosas que nos ha llevado a esta situación. Nosotros no podemos buscar mercados. En alguna intentona que se ha hecho se nos han dicho que con los clientes sólo tratan las comerciales» explican los trabajadores.
Sin gerente
Además, «desde hace dos años estamos sin gerente. Es un barco a la deriva que se ha hundido pese a tener beneficios. Se gestiona desde Suiza y nadie ha defendido la planta de vitoria como es debido. La multinacional nunca ha apostado por la planta de Vitoria» critican. Aun así, unos días antes de conocer la intención del cierre, la dirección envió una carta a sus empleados dándoles la bienvenida a su regreso de vacaciones y animándoles con que los signos positivos de resurgimiento económico a nivel internacional les «sirvan como incentivo».
La plantilla se quiso curar en salud después de dos expedientes de suspensión de empleo consecutivos y exigieron como condición para aceptarlos que, en caso de cierre, las condiciones mínimas serían una indemnización de 45 días por año trabajado con un tope de 42 mensualidades. La sospecha de que una acumulación de EREs puede acabar en un cierre por razones objetivas y en el una indemnización mínima de 20 días por año trabajado les llevó a pedir, y a conseguir, esa cláusula.
El primero de los dos ERE duró dos meses y el segundo cinco. Sorprendentemente, la empresa era la que quería una duración de sólo un mes, mientras los trabajadores hicieron ver que si la razón era la crisis, no se iba a solucionar en tan breve plazo. «Entendemos que sólo querían la acumulacion de dos ERE para tener más causas para el cierre de la empresa», señalan.
Ahora insisten en rechazarlo «porque no hay razones». De momento, han llevado a cabo una huelga de tres días secundada por toda la plantilla y piensan a apelar a las instituciones. «La plantilla está unida, el ánimo es alto, porque no hay nada que perder», afirman. Por su parte, la empresa ha reducido todos los turnos a uno. Como los pedidos llegan desde la multinacional, suponen que puede que «algún día vayamos a la fábrica y no tengamos nada que hacer».
La plantilla de Kennametal ha ido reduciéndose en los últimos años. Si cierra, 49 personas acabarán en el desempleo.
Los trabajadores rechazan los argumentos de la empresa. «Alega que tenemos la maquinaria obsoleta», pero señalan que la dirección contabiliza máquinas en desuso y presenta cálculos de presencia por máquina inexactos. «Al final, si es un problema de gestión, de inversiones o maquinaria o de pedidos., todo eso lo gestionan ellos», señalan, recordando la falta de capacidad de gestión. La negociación está abierta hasta el próximo 26 de abril. La empresa sólo contempla el cierre y su objetivo es proponer «la mejor salida posible para la plantilla» y minimizar el impacto social de este cierre en sus empleados», a través de recolocaciones. P. R. A.