GARA > Idatzia > Iritzia> Gaurkoa

Francisco Larrauri oficial de la Marina Mercante

Pescar atunes con fusil

Aun compartiendo la preocupación por los arrantzales cautivos en las costas de Somalia, el autor considera que es necesaria una reflexión más amplia sobre las medidas a tomar para garantizar la seguridad de los pesqueros. Basándose en informes de diferentes organismos internacionales, Larrauri defiende que las guardias armadas a bordo no son la solución al problema y que además pueden empeorar gravemente la seguridad de la tripulación.

Después del apresamiento del <<Playa Bakio>> en abril 2008 la actividad de los piratas en las costas de Somalia no se ha detenido. Han sido varios los buques mercantes y de pesca que han padecido el hambre de dólares de los piratas somalíes, sin merecer ningún comentario por parte de la prensa. De hecho, ya estamos acostumbrados a su hermetismo según su interés en favorecer, o no, ciertas políticas de seguridad. El apresamiento de los atuneros vascos está siendo utilizado por los medios de comunicación y por los partidos políticos que simbolizan, del mismo modo que se utilizan las violaciones y los abusos a menores. Los ataques a los componentes de un comunidad son el arma predilecta para erosionar una determinada política de seguridad. Y ya sabemos qué sucede cuando una menor ha sido agredida o violada: una ola de indignación recorre el país avivada por quienes se apuntan a una modificación del código penal, mediante la recogida de firmas o mediante la exaltación tipográfica diaria del acontecimiento, aun sabiendo que legislar en caliente es un síntoma de debilidad. Poco importa si la víctima pertenece a un colectivo ignorado o simplemente arrinconado por estos medios en cuestión, el dolor se generaliza a todo color y adquiere el valor de categoría en las paginas centrales. Más o menos eso es lo que está sucediendo estas semanas con el mundo de los trabajadores de la mar.

En los últimos años junto a nuevos diseños, materiales y prácticas de construcción altamente especializados, la industria naval ha desarrollado los procedimientos y recursos para la mejora y eficacia de la seguridad grupal, convirtiendo al buque en un rápido sistema dinámico en sintonía con la cultura marítima del momento. Los procedimientos implementados van desde políticas de evitación y prevención -insistiendo en asumir exclusivamente el riesgo marítimo como técnicas de navegación, vigilancia y comunicación-, hasta la de embarcar infantes de marina a bordo -transformando, para desazón de las familias de los tripulantes, los valores sociales de una navegación tradicional, caso de los pescadores franceses-. La actividad permanente de los piratas en las costas de Somalia y en el Golfo de Aden sobre los buques mercantes y de pesca ha obligado a las navieras a reaccionar con alternativas unas veces originales y otras veces, como en el caso de Francia, aterradoras.

Naciones tan importantes como Rusia y Japón han tenido en cuenta la actividad de los piratas de mar meridional de la China en los últimos avances conseguidos en las derrotas transoceánicas por el paso del Noroeste; navieras de otros países navegando entre Japón y Hamburgo han decidido explorar el Ártico cuando el deshielo lo permite, entre otras consideraciones, para evitar el cuerno de África con sus piratas. Y muchos buques dejan de pasar por el canal de Suez, dando la vuelta por el cabo Buena Esperanza, más que por el pago de aranceles del canal para evitar la posibilidad de un apresamiento por el Golfo de Aden.

Entendiendo la preocupación en estos momentos de las familias de los arrantzales del atunero «Alakrana», no podemos tirar por la borda la reflexión necesaria en cuanto a las políticas de pesca en ciertos caladeros y a las políticas de prevención marítima, máxime cuando algunos atuneros han hecho lo propio, cambiando de caladeros y manteniendo la seguridad dentro del riesgo marítimo, que es lo que aconsejan las asociaciones marítimas internacionales en el informe del 21 de agosto del 2009.

Este documento, titulado BMP («Best Management Practices to deter Piracy») y avalado por la International Transport Workers Federation (ITF por sus siglas en inglés), por las asociaciones internacionales de buque tanque y de carga seca (Intertanko e Intercargo respectivamente), por International Chambers of Shipping (ICS), así como por otras asociaciones de ámbito mundial, en el primer capítulo, «Perfil de ataque típico y lecciones aprendidas», después de consideraciones técnicas de velocidad, francobordo, etcétera, en su punto siete dice «armed guards is not recommended» (no se recomienda guardias armados). O sea que la comunidad marítima internacional de armadores, trabajadores y técnicos, llega a la conclusión de que los guardias armados a bordo representan un mayor peligro del que se pretende evitar con su presencia.

Y por supuesto, el concepto de seguridad para todos los miembros de la tripulación de los atuneros vascos es mucho más amplio que simplemente embarcar a bordo infantes de marina sin un conocimiento profundo de los parámetros de la conducta humana en situación de emergencia a bordo. Con la presencia de militares en cubierta, los arrantzales conseguirán deslizar su vida y su faena de un riesgo exclusivamente naútico-marítimo a un riesgo de guerra. Como nadie puede asegurar unos buenos estándares de entrenamiento, ni la selección de personal se habrá realizado como se hubiera deseado, el buque puede ser puesto en peligro por equivocadas o inapropiadas reacciones en relación con el rol a cumplir, pudiendo estas decisiones agravar la situación y causar un desenlace diferente al que se habían propuesto los piratas, agravando en definitiva la situación de emergencia que se quería evitar. Embarcar soldados, como pretendían la asociación de armadores vascos y algunos titulados náutico-pesqueros, se puede convertir en un irreflexivo acto de guerra. No se trata de valorar la <<experiencia>> solamente con las armas de fuego, sino saber valorar la diferencia entre <<conocimiento>> y <<comprensión>> de la vida a bordo de un pesquero durante toda una campaña. En definitiva, la competencia para resolver a bordo el problema de la mejor manera posible. Si se estudia bien la zona de los caladeros y su situación geopolítica y económica -Somalia es uno de los países más pobre y más inestable del mundo-, se oteará fácilmente que con armas a bordo de lo que se trata, es de defender ni más ni menos que los bienes y capital de los armadores de una forma muy arriesgada para la tripulación y no recomendable para la sociedad marítima internacional.

Los piratas del «Playa de Bakio» (ver «`Playa Bakio': ¡al abordaje!», GARA 2008/04/29) declararon cuando el pesquero vasco fue secuestrado, así de explícitamente, «that is money». Y si alguna cosa no ha cambiado desde la vieja piratería son las relaciones pecuniarias que siempre se establecen con los amos del buque después de un apresamiento.

Un medio de los antes mencionados reproduce la declaración de la esposa de un tripulante que sintiéndose indefensa declara que los pescadores sin protección parece que van a la guerra. Existe al respecto una tendencia entre los armadores a comprar la seguridad como si de una mercancía se tratara -ahora tocan los soldaditos de plomo en el super del Ministerio de Guerra para defender su barco de pesca-, sin valorar las consecuencias reales para la seguridad grupal.

La prevención mal entendida que solicitan los armadores y que apoyan PNV, PP y el Gobierno vasco, con el soldadito armado, se convertirá en un plus de preocupación y de inseguridad que obligaría a los pesqueros y sus tripulantes a transitar el camino que va de un riesgo exclusivamente náutico-marítimo a un riesgo de guerra, que cuenta además con la desaprobación de parte de la comunidad marítima internacional.

Pescar atunes con fusil se convertirá en un riesgo añadido a las condiciones de vida, a los ritmos de trabajo, a la inseguridad laboral y al fallo humano previsible. Tal vez los arrantzales nos agradecerían también si estudiásemos esta seguridad.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo