Ángel Aldalur Plazaola | Donostia
Hombres ricos, pobres hombres
Al unísono, cada vez que un hombre se hace rico por mediación de la corrupción, del amiguismo, de la información privilegiada o de cualquiera de las mil y una maneras inventadas para este fin nace un pobre hombre. Y este hombre deambulará por la vida arropado y apoyado por sus fieles colaboradores mientras le quede una migaja de poder; luego, será olvidado, dejado y quién sabe si vilipendiado por aquéllos que antaño le adularon y agasajaron.
Que con su pan se lo coma, dado que según el Señor Conde Pumpido todos estos comportamientos son difíciles de probar y la justicia (que de eso sabe mucho el señor Pumpido) poco puede hacer contra ellos. ¿Y los demás? ¿son culpables?, a los sabedores me refiero, a todos esos que rodean a los corruptos, a los que les ríen las gracias, a los que les sorprende el cambio económico y social del interfecto y nada dicen, solo comentan.
Sinceramente creo que sí, que son culpables, dado que sin su silencio o su colaboración necesaria muchos de estos fraudes, por no decir todos serían prácticamente imposibles de llevar a cabo. Me gustaría que esta reflexión fuera compartida por todos aquéllos que al ver la luz pública un suceso de esta índole exclaman «¡yo ya lo sabía!».