Un paso para evitar otro «incendio de Roma»
Visto desde el exterior, Silvio Berlusconi es lo más parecido a un emperador romano que en plena decadencia sonríe mientras su otrora boyante país arde en llamas. Pero, como otros muchos tiranos antes que él, goza de un enorme respaldo popular entre sus conciudadanos. Aun cuando Berlusconi defiende que él no es un ciudadano más y que por ello debe estar por encima de la ley. Una ley que Il Cavaliere ha quebrantado sistemáticamente, por lo que la Justicia italiana le persigue acusándolo de todo tipo de delitos que hasta ayer no podían ser juzgados merced a la Ley Alfano, promovida por él para asegurarse inmunidad frente a toda acusación.
Pues bien, el Tribunal Constitucional italiano derogó ayer la mencionada ley, danto al traste con el intento de Berlusconi y sus aliados de perpetuarse en el poder a costa de manipular la democracia hasta hacerla irreconocible. La decisión es sin duda importante, pero más allá del proceso judicial lo políticamente relevante de la situación italiana es el apoyo social que mantiene Berlusconi, que seguramente se debe tanto a sus maniobras monopolísticas en los medios de comunicación como a la debacle de la izquierda durante la última década. Lo primero podría ser ahora revertido por vía judicial. Lo segundo requiere una reflexión y una estrategia política clara para reconstruir el país.