Irina Lia Covaciu Víctima de una agresión
Agresión racista y sexista a dos ciudadanas rumanas
Queremos hacer público el suceso para que actitudes violentas, sexistas y racistas como ésta no queden impunes ni pasen desapercibidas a la ciudadanía Llamamos y paramos un coche patrulla para denunciar los hechos y pedirles protección, la cual, ante nuestra sorpresa, la encontramos siendo detenidos, a pesar de haber sido mi hermana y yo las agredidas
Ante los hechos que se detallan a continuación, queremos expresar nuestra más rotunda repulsa y rabia por las agresiones de que hemos sido víctimas por parte de un individuo violento y racista. Queremos hacer público el suceso para que actitudes violentas, sexistas y racistas como ésta no queden impunes ni pasen desapercibidas a la ciudadanía en general y a la irundarra en particular. Queremos mostrar nuestra frustración y la vejación a la que hemos sido sometidas, y que una condena por parte de la Justicia, si la hubiera, reparará sólo en parte. Y, sobre todo, queremos concienciar a la ciudadanía de que no se pueden admitir este tipo de actuaciones y agresiones hacia ningún colectivo o persona y que la acción de la Justicia y las instituciones correspondientes debe ser diligente y ejemplar. Pero para ello sabemos que el primer paso debe ser denunciar los actos de agresión que socavan la dignidad de las personas, venciendo para ello la primera reacción natural de miedo e interponiendo la correspondiente denuncia ante la autoridad.
El pasado día 3 de octubre, sobre las 16:00 horas, me encontraba casualmente con mi hermana, menor de edad -16 años-, y con un joven, novio de la pequeña, en la explanada del barrio de Behobia. Veníamos de visitar a un familiar que vive en ese barrio desde hace 10 años, muy conocido y querido tanto en su trabajo como en las relaciones sociales.
Estábamos con otros amigos cuando el trabajador de la OTA se acercó a mi hermana y empezó a increparla con graves insultos sexistas y racistas, diciéndole que allí no podía estar. Al decirle ella que la dejase en paz, la empujó varias veces hasta que la tiró al suelo. Ante el ataque, me acerqué al trabajador de la OTA para recriminarle por esa agresión. Entonces él la emprendió también contra mí con insultos («sois una putas, rumanas de mierda, sólo sabéis pedir y robar...»), empujones, puñetazos y patadas, tirándome también al suelo y dejándome un ojo completamente inflamado y amoratado con un fuerte hematoma. Al oír nuestros gritos, el novio de mi hermana pequeña, que se encontraba algo alejado hablando con otros chicos, corrió a socorrernos y gracias a su intervención el trabajador de la OTA dejó de agredirme y pudimos escapar de sus insultos y golpes. Aclarar que no fuimos detenidos por los municipales, sino que, tras alejarnos del lugar de los hechos por miedo, fuimos nosotros mismos los que posteriormente llamamos y paramos un coche patrulla para denunciar los hechos y pedirles protección, la cual, para nuestra sorpresa, encontramos siendo detenidos, únicamente nosotros, a pesar de haber sido mi hermana y yo las agredidas (hay testigos que en su momento y lugar lo confirmarán), haciéndonos pasar toda la noche y la mañana siguiente en el calabozo. Así, el agresor y otra persona han mentido al declarar en un conocido medio de comunicación que a las tres horas de los hechos estábamos tan tranquilamente otra vez en Behobia.
Lógicamente, hemos presentado una denuncia ante el juzgado, por lo que pedimos que se respete el principio de presunción de inocencia, al que todas las personas tenemos derecho, hasta que se resuelva este lamentable suceso por las vías judiciales que están abiertas. También pedimos que no se alimente el odio contra los rumanos o personas de otro origen que convivimos pacíficamente en Irun y estamos luchando en condiciones muy precarias por una adecuada integración laboral, económica y social.
Nos hemos sentido humillados y tratados injustamente, especialmente por las noticias publicadas en un medio determinado, el cual con su información puede promover desde la falsedad una corriente de opinión abiertamente hostil hacia los rumanos o ciudadanos de otras etnias u origen.
No obstante, estamos seguras de que estas actitudes contrarias a la coexistencia y convivencia es minoritaria, pero creemos que no es bueno darle espacio en los medios morbosamente, contando estos sucesos dando sólo una versión sin informarse mejor y contrastarla con la otra parte.
Finalmente, y ante las falsas acusaciones vertidas por el sujeto en cuestión, queremos hacer llegar a la opinión pública las siguientes preguntas: ¿Alguien se puede creer que es posible manipular una máquina de la OTA, se supone que para sacar dinero, cuando todo el mundo sabe que esas máquinas están expresamente fabricadas para evitar cualquier sustracción? ¿Se puede creer que a plena luz del día, en una zona tan concurrida y vigilada como la explanada de Behobia, alguien puede ponerse a intentar manipular una de esas máquinas? ¿Cabe pensar que el citado trabajador de la OTA pueda tener algún sentimiento sexista y/o racista y que fuese él quien provocó el altercado?