Cerca de 50 muertos en un nuevo y sangriento atentado en Pakistán
La ciudad paquistaní de Peshawar volvió ayer a ser sacudida por un atentado atribuido a los talibán. Cerca de 50 personas fallecieron, lo que supone que este ataque es uno de los más sangrientos de los que se han registrado recientemente. Pese a los continuos ataques del Ejército paquistaní y de Estados Unidos en las zonas tribales, los talibán siguen demostrando que mantienen intacta su capacidad operativa y amenazan con nuevos atentados.GARA |
Al menos 49 personas, entre ellas siete niños, murieron ayer en un nuevo atentado suicida con coche bomba en un concurrido mercado de Peshawar, ciudad del noroeste de Pakistán que recientemente ha sido objetivo de varios ataques mortales atribuidos a los talibán vinculados a Al-Qaeda.
Asimismo, más de cien personas resultaron heridas, en uno de los atentados más mortales registrados en Pakistán, donde el número de personas fallecidas en más de los 275 atentados que ha habido en los dos últimos años asciende a cerca de 2.200. La mayoría de ellos han sido cometidos por kamikazes del principal movimiento de los talibán.
Decenas de cadáveres horrorosamente mutilados y quemados yacían en el suelo minutos después de la explosión junto a un autobús reducido a restos de carrocería humeante volcado sobre un costado debido a la potencia de la deflagración.
La Policía estima que la carga explosiva colocada en las puertas y los flancos del coche, superaba los cien kilos.
«Hemos recibido 49 cadáveres, de los que tres eran mujeres y siete niños», declaró a la agencia France Presse el doctor Zafar Iqbal, del principal hospital de la ciudad, añadiendo que «todos son civiles».
Se trata del sexto atentado en cuatro meses en Peshawar, la estratégica capital de la Provincia de la Frontera del Noroeste (NWFP), cercana a las zonas tribales fronterizas con Afganistán, donde el Ejército ha llevado a cabo recientemente ofensivas contra los talibán paquistaníes y sus aliados extranjeros de Al-Qaeda.
Estos seis atentados -cinco de ellos suicidas- han provocado por el momento 74 muertos. La mayoría han sido reivindicados por el Movimiento de los Talibán de Pakistán (TTP), que tiene vínculos con Al-Qaeda y que combate contra el Gobierno y el Ejército de Islamabad, aliado de Estados Unidos desde finales de 2001 en su «guerra contra el terrorismo».
Recientemente, el nuevo líder del TTP, Hakimullah Mehsud, juró multiplicar los ataques contra EEUU y Pakistán para vengar la muerte de su predecesor, Baitullah Mehsud, que murió el 5 de agosto como consecuencia del impacto de uno de los numerosos misiles lanzados por los estadounidenses en las zonas tribales paquistaníes.
Este nuevo atentado se produce después de que el Ejército paquistaní, bajo la presión de EEUU, lanzase una nueva serie de ofensivas.
El martes, el portavoz del TTP, Azam Tariq, amenazó con intensificar los ataques contra «quienes trabajan a favor de los intereses estadounidenses». «Ya hemos enviado kamikazes por todo el país y les hemos asignado objetivos», añadió Azam Tariq.
Este incremento de los atentados se produce mientras el presidente de EEUU Barack Obama, galardonado ayer con el premio Nobel de la Paz, está analizando la posibilidad de un cambio de estrategia en Afganistán.
Cazabombarderos y helicópteros artillados paquistaníes han bombardeado numerosas aldeas en la región de Dera Bugti (sureste de Pakistán) durante la última semana, según apuntan medios de prensa locales.
Los bombardeos, que se seguían sucediendo hasta el día de ayer, se han saldado con la vida de quince personas, varias de ellas niñas, y han provocado la huida de cientos de familias de este área fronteriza con la provincia de Sindh. Varios de los afectados han asegurado que el suministro de agua ha sido interrumpido y que no se les permite llevar a los heridos a los hospitales ni obtener medicinas.
En declaraciones realizadas el pasado miércoles en la ciudad de Quetta, Sher Mohamed Bugti, portavoz del BRP (Partido Republicano Baluche), condenó con dureza «el asesinato de inocentes», al tiempo que denunció «el silencio que guarda la comunidad internacional ante la constante violación de los derechos humanos en Baluchistán durante los últimos 60 años».
«El único pecado de los últimos quince muertos y de los cientos de desplazados era ser baluche y del clan de los Bugti», añadió este líder político.
Dicha escalada de la violencia contra los baluches se produce en un momento en el que el Gobierno de Washington baraja la posibilidad de realizar un ataque a gran escala en el entorno de Quetta (capital de Baluchistán Este), donde presuntamente se refugia el líder del movimiento talibán, el mullah Omar. GARA