Debo confesar mi abyección: me entretiene mucho todos los asuntos del caso Gürtel. Soy propenso a disfrutar de los esperpentos, de los personajes marginales y de los reyes destronados. La maldad, la ingenuidad y la conspiración como motores de las pequeñas historias que acaban convertidas en parte sustancial de una Historia que se cuenta a base de escupitajos en las cámaras y de borrones en los considerandos. Diría que miro a estos acontecimientos como si se tratara de un revuelto entre Valle-Inclán, Shakespeare y Mihura, con algunos brotes de Pajares, Moreno y Chiquito. Probablemente sea una apreciación acelerada, fruto de la ingesta de aguas sulfurosas y debería también contar con los clásicos de la escuela de Chicago.

Todo lo que se nos cuenta, y que muchos hacen ver que se asustan y que se escandalizan, son pasajes cotidianos de la vida supuestamente democrática en la que está inmersa la clase política, tanto la española, como la catalana, como la vasca o la italiana. Son maneras de entender la función pública como un asunto privado. Son actitudes mafiosas que conviven con la palabrería más retórica. A la inmensa mayoría de los que están metidos en estos chanchullos cotidianos, lo que reciben por su acción u omisión son premios, directos o indirectos, y así lo vemos de manera constante, de tal manera que damos por bueno lo que es siempre corrupción. Es un daño irreparable el que están haciendo esta caverna de personajes colocados en asociaciones que se llaman partidos políticos.

Paralelo a este caso, vemos otro tipo de corrupción. En este caso muy curiosa. Miren ustedes Ferrán Adriá y Concha Velasco hacen publicidad de los ejércitos españoles para que se alisten los jóvenes. El cocinero, además del cash por el anuncio, tiene un canal entero de TVE para su publicidad y propaganda. A Concha Velasco le hacen en La 2 un homenaje. Estos son premios indirectos. Vicente del Bosque también hace el anuncio, pero ya tiene bastante con su «roja». Estas picarescas se notan cuando cambian gobiernos y cambian productoras, presentadores y servidores afines a los nuevos. Todo parece legal pero huele muy mal.