«El reciclaje no puede ser el salvaconciencias del consumismo»
Responsable del proyecto socioambiental de la Fundación EDE, impartirá el próximo día 14 un curso titulado «La mentira del reciclaje y las 10R», que inaugura los cursos formativos de la asociación Bolunta en la capital vizcaina. Este experto en medio ambiente aportará algunas novedosas claves sobre una costumbre ya asentada socialmente, pero con algunos claroscuros.
Joseba VIVANCO |
¿Cuál es esa mentira sobre el reciclaje?
No estoy diciendo que el acto de reciclar sea una mentira, ni mucho menos que sea algo negativo que haya que dejar de hacer. Cuando se habla de la «mentira» del reciclaje, se quiere hacer reflexionar a todas las personas concienciadas con el medio ambiente de que reciclar no va a mejorar la alarmante situación medioambiental por sí mismo.
¿Entonces?
Si creemos que estamos haciendo todo lo que debemos separando nuestros residuos y metiéndolos en el contenedor adecuado, es cuando realmente podemos decir que nos han mentido o engañado. No basta con reciclar. Reciclaje nos suena a palabra mágica, remedio final para los problemas ambientales, y casi podríamos decir que es la parte paliativa del cuidado medioambiental. Cuando acabamos por reciclar cantidades ingentes de materiales es porque ya lo hemos consumido anteriormente, ya hemos generado más daño del que podemos reparar reciclando. Cuanta más cantidad reciclemos, más consumo habremos generado.
Vamos, que cuanto menos tengamos que reciclar, mejor...
Mejor en el sentido de que no se trata de hacer crecer las toneladas de material reciclado, sino su porcentaje. Deberíamos reciclar el 100% de lo muy poco que consumiésemos. Así, el reciclaje no sería una mentira, al menos en parte. Y sobre todo, no sería un «salvaconciencias» que justificase muchos desmanes consumistas y que generan perjuicios medioambientales enormes.
Porque el reciclaje empieza antes incluso de depositar la bolsa en el contenedor azul o verde...
El reciclaje de mi casa empieza cuando opto por no consumir cuando no lo necesito realmente. Ese es el reciclaje en estado puro. Empieza cuando pongo mis sentidos en ahorrar agua, energía, materias primas... Y no sólo por mi propio ahorro económico, sino por un ahorro global. Empieza cuando racionalizo mi consumo y no participo en la dinámica consumista. El contenedor está en mi cabeza.
Por eso afirma usted en este curso que «reciclarlo todo no es la solución».
¿Qué es mejor para el medio ambiente, qué yo utilice en un mes en mi trabajo 500 hojas de papel de una manera irresponsable y las meta en el contenedor de papel todas o que gaste sólo 50 e incluso cometa el pecado de no destinar alguna de ellas al reciclaje? Estamos en la época del «usar y tirar». Y nosotros lo hemos adaptado a la cultura del «usar y tirar al reciclaje». Sería deseable llegar a la cultura del «usar, usar, usar y usar hasta que ya no se pueda usar más. Y luego destinar al reciclaje». Así, sí sería una gran herramienta el reciclaje.
La iniciativa más reciente es la de eliminar las bolsas de plástico en los comercios. ¿Una medida medioambiental o de simple reducción de costes?
Hay un gran debate con el tema. Sin exonerar de ninguno de sus otros pecados a las grandes superficies comerciales, a mí me parece bien esta política de no darnos bolsas. ¿Por qué ha de parecernos mal que ahorren costes? Personalmente, me da igual que un centro comercial gane o deje de ganar unos millones de euros más por este asunto. Lo que sí me parece un sinsentido es la utilización totalmente irresponsable y masiva de tanta bolsa de plástico inútil. Sobre todo cuando la solución de la bolsa de tela me parece absolutamente lógica, cómoda, barata y ecológica.
En «Stupid White Men», Michael Moore se planteaba la inutilidad del reciclaje, tras comprobar cómo los desperdicios previamente separados por los ciudadanos acababan reuniéndose con la basura tradicional en diversos puntos de EEUU, sólo por el escaso interés estatal por el reciclaje. ¿Están siendo las administraciones responsables a la hora de apostar con convencimiento por el reciclaje más allá de colocar contenedores verdes o amarillos?
Esta es otra parte distinta del asunto del reciclaje. Qué duda cabe que el reciclaje también es utilizado como método de marketing institucional y empresarial. ¿Qué empresa o gobierno no se autodeclara «verde» o sensibilizado con el medio ambiente? Lo que pasa es que esa publicidad consigue únicamente lo que persigue: vender. Pero no necesariamente cumple lo que anuncia. En el caso de los gobiernos es mayor el negocio en la producción de contenedores y de productos pro-reciclaje, que el propio recorte del consumo y expoliación de los recursos naturales que hace por medio mundo. Por eso no importa demasiado que no se recicle. Todo lo contrario, importa que no se deje de consumir. Tenemos que tener muy claro que un gobierno hará lo que le resulte más productivo: Si reciclando gana más dinero, reciclará; si no reciclando gana más dinero, no reciclará. Desgraciadamente, la primera opción no es la más realista, y desgraciadamente, gobiernos tan poderosos, pretendidamente formados por gente muy inteligente, resultan ser muy cortos de miras.
Se habla de las 3R del reciclaje, usted de las 10R.
Re-ducir, Re-utilizar, Re-sponsabilizarnos, Re-stituir, Re-servar... Lo que quieren transmitir es que podemos Re-plantearnos como personas lo que estamos haciendo individual y colectivamente consumiendo sin límites. Si fuésemos inmensamente felices consumiendo, me callaría ahora mismo. Pero, ¿realmente lo somos? ¿Y quién nos dice que no lo seremos más consumiendo menos?
«Los gobiernos harán lo que les resulte más productivo: si reciclando ganan más dinero, reciclarán; si no reciclando ganan más, no reciclarán»