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El circo de los fenómenos y las fantasías al otro lado del espejo

«El imaginario del doctor Parnassus»

Terry Gilliam salió reforzado de la presentación en Cannes del último de sus accidentados proyectos, gracias al mito generado en torno a la muerte del actor Heath Ledger, quien rodó menos de la mitad de la película. Pero la magia del circo regentado por el doctor Parnassus que interpreta Christopher Plummer y su pacto con un diabólico Tom Waits consiguen la transformación del personaje, cada vez que cruza al otro lado del espejo con marco dorado.

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Mikel INSAUSTI | DONOSTIA

Hay cineastas que son cuestionados con cada nueva película que presentan al público, una vez terminada. Terry Gilliam es uno de ellos, y es normal que se sienta más presionado que el resto, hasta el punto de mostrarse a la defensiva con la prensa que parece querer someterle a examen. Sucedió en el Donostia Zinemaldia cuando vino con «Tideland» y respondió a las preguntas de forma tensa, comportándose como un genio acorralado. Lejos de venirse abajo, el ex Monty Python es de los que se crece ante la adversidad, en una constante huida hacia delante.

Lo suyo es la tormenta de ideas y su estado natural es el andar metido en una vorágine de proyectos, de los que sólo salen finalmente algunos, porque la mayoría de ellos resultan demasiado ambiciosos o descabellados para una industria que no se lleva bien con los visionarios, con los locos que hacen del riesgo su modo de vida.

Terry Gilliam está condenado a no conseguir nunca el consenso de crítica y público, porque la única de sus películas que ha gozado de un juicio favorablemente unánime ha sido «Los héroes del tiempo», que es una obra de culto dentro del cine de aventuras fantásticas. Y estamos hablando de una realización de 1981, una época en la que el cineasta todavía se encontraba ligado al grupo humorístico inglés Monty Python.

Sus posteriores títulos en solitario habrán podido gustar más o menos, pero siempre crean división y su acogida suele ser desigual. Incluso entre sus seguidores no se ponen de acuerdo, aunque intentan rescatar una línea de inspiración que arrancaría de la mencionada «Los héroes del tiempo» y pasaría por «Brazil» y «Las aventuras del Barón Munchausen» hasta desembocar en «El imaginario del doctor Parnassus».

Personalmente, no llego a tanto, porque soy de los que piensan que siempre hay algo sorprendente en cada nueva realización de Gilliam, pero a costa de un reverso que tiene que ver con la descompensación y los excesos. Es imposible tener formada una opinión sobre la filmografía de un autor que no conoce el equilibrio, que disfruta creando el desconcierto en las audiencias.

Existe además, para terminar de enredarlo todo, una teoría del caos en torno a Terry Gilliam. Su fama de creador caótico viene de lo accidentado de sus rodajes, lo que tampoco es tan de extrañar considerando que sus fantásticos proyectos necesitan de grandes inversiones, y que su mentalidad independiente no encaja dentro de la industria de Hollywood. Las veces que más cerca ha estado del sistema de producción ha sido con «El rey pescador» y «El secreto de los hermanos Grimm», arrojando un balance irregular, como no podía ser de otra manera. Pero al menos respondieron a un presupuesto holgado, al que mejor o peor supo ajustarse el autor.

Los problemas graves vienen al acometer grandes presupuestos a base de sumar los esfuerzos económicos de muchas pequeñas compañías, lo cual siempre es más complicado. «Las aventuras del Barón Munchausen» tuvo uno de los costos más altos del cine de los años 80, con un rodaje que fue concluido de milagro, tras no pocos parones por falta de dinero.

Esa historia se ha ido repitiendo después, y es como si Terry Gilliam ya estuviera entrenado en sacar adelante rodajes imposibles. Ni siquiera en el caso de la todavía inconclusa «El hombre que mató a Don Quijote» se ha rendido y, al día de hoy, ha conseguido que las compañías aseguradoras le cubran las perdidas de una filmación con unas localizaciones declaradas como zona catastrófica, debido a las tormentas que destruyeron los decorados.

Aunque Jean Rochefort causó baja definitiva y ya no podrá contar con el veterano actor, sigue disfrutando del apoyo incondicional de su fiel Johnny Depp para rehacer la película. A raíz del estreno del documental «Lost in La Mancha», que era un poco el «making off» del rodaje interrumpido, se generó una aureola de malditismo en torno a la figura de Gilliam, a quien se le comenzó a comparar con Orson Welles, ya que también hay en su filmografía un Quijote abortado. Las analogías entre ambos son inevitables, dada la común condición de supervivientes acostumbrados a improvisar sobre la marcha e ingeniárselas para seguir rodando sin un centavo en el bolsillo.

El presupuesto de «El imaginario del doctor Parnassus», que es una coproducción entre compañías independientes de distintos países, también ha tocado esa barrera de los cincuenta millones de dólares, que marca un poco la línea divisoria con las películas caras. A las dificultades presupuestarias vino a unirse la inesperada muerte del joven actor australiano Heath Ledger, con lo que el apoyo de los inversores se caía de golpe. Pero Terry Gilliam, que no tiene un pelo de tonto, también sabía muy bien que el fallecimiento repentino de un intérprete de trayectoria ascendente daba paso al mito. La película había que terminarla como fuera, habiendo sido protagonizada por alguien que se había convertido en un fenómeno de masas al morir en extrañas circunstancias, así que todo era cuestión de buscar una solución. El material filmado con Ledger no llega ni a la mitad del metraje previsto, por lo que había que estirarlo como fuera. En principio hubo de descartar su resurrección mediante efectos digitales de última generación, por lo complejo de semejante proceso tecnológico de posproducción, con el consiguiente gasto añadido. Es entonces cuando pensó en la transformación del personaje, haciendo que su rostro cambiara dentro de un argumento abierto a tales licencias imaginarias, tal como indica el propio título.

Al rescate de Terry Gilliam salió en primer lugar el fiel Johnny Depp, dispuesto a continuar la labor que Heath Ledger dejó a medias. No tardaron en sumarse Colin Farrell y Jude Law, completando un trío capaz de suplir la ausencia estelar. En otras circunstancias el concurso de los tres supondría un verdadero despilfarro, pero el carácter desinteresado de su colaboración queda de manifiesto en el hecho de que hayan donado su sueldo a la hija que el malogrado Heath Ledger tuvo con la actriz Michelle Williams. Lo que no han conseguido evitar son los comentarios acerca de que los mejores momentos de la película son los que el difunto está en pantalla. Una gloria compartida con el cantante Tom Waits, quien encarna al mismísimo diablo en una renovada versión del mito de Fausto.

Su muerte convierte a Ledger en mito

El Óscar al Mejor Actor Secundario obtenido a título póstumo por Heath Ledger, gracias a su papel de Joker en «El caballero oscuro», ha refrendado su categoría de mito. Ya hubo quienes le consideraron merecedor de la estatuilla de actor principal, cuando «Brokeback Mountain» triunfó en los Óscar tres años antes. La difusión de la versión original de la película de Ang Lee descubrió al público de habla no anglosajona la profunda voz del australiano, la cual contrastaba con la imagen un tanto blanda de sus primeras películas juveniles. Lo cierto es que, viéndole en cintas para adolescentes como «Destino de caballero», era difícil imaginar que llegaría tan alto. El despegue dentro del cine independiente de calidad comenzó en el 2001, cuando Marc Forster le dirigió en «Monster's Ball». Aunque, lo que son las cosas, su primera colaboración con Terry Gilliam iba a ser en «El secreto de los hermanos Grimm», que estaba hecha según los patrones de Hollywood. En cambio, su lado más experimental asomó con Todd Haynes y su visión múltiple de Bob Dylan en «I'm Not There».M. I.

CUATRO ACTORES

Tony es un forastero del que se enamora de la hija del Dr. Parnassus. Está interpretado por Heath Ledger, aunque en las continuas visitas a través del espejo, y debido al fallecimiento del actor, se transfigura en Johnny Depp, Colin Farrell y Jude Law.

Estreno

Dirección: Terry Gilliam.

Guión: Charles McEwon.

Intérpretes: Heath Ledger, Johnny Depp, Colin Farrell, Jude Law, Christopher Plummer

País: Inglaterra-Canada-E.francés, 2009.

Duración: 122 minutos.

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