A veces aburre, otras emociona, algunas desespera y otras ilusiona. Y hasta es capaz de tantear todas esas sensaciones durante el mismo partido. Es muy capaz, de hecho, porque si hay algo a lo que no se resiste el Athletic es a poner a prueba el corazón y la paciencia de su gente.

La visita del Nacional de Madeira a San Mamés supuso el enésimo ejemplo de la afición de los rojiblancos por la marcha. Rozaron el k.o. en una primera parte lamentable y acabaron celebrando un triunfo que les acerca considerablemente a la clasificación para la siguiente ronda. Incluso al liderato del grupo, del que sólo les separa un punto después de que el Werder se dejara anoche dos puntos en Viena. Aunque más importante que la pequeña desventaja con los alemanes es la distancia que el Athletic ha establecido ya respecto a Austria y Nacional, a cuatro y cinco puntos, respectivamente, de los bilbainos. El Athletic, de hecho, podría asegurarse el segundo puesto -y por tanto, la presencia en 1/16 de final- de forma matemática dentro de dos semanas en Madeira.

El panorama fue muy diferente durante buena parte de la noche, con un Athletic tan triste, o más, como el que había acumulado cinco tropiezos consecutivos en sus compromisos previos. Tan mala fue la primera parte de los rojiblancos, que dio la impresión de que su rival no tuvo que esforzarse lo más mínimo para adelantarse en el marcador. Joaquín Caparrós se había referido la víspera a la posesión del balón -de ahí la presencia de Fran Yeste y Pablo Orbaiz en el centro del campo- como una de las claves del encuentro, pero fue el ritmo el que determinó el signo del choque. Con el Athletic contagiado de la falta de pulsaciones de los portugueses, no hubo nada que hacer. Iraizoz no tenía mucho trabajo, pero menos aún tenía que moverse Bracali... Salvo en las contadas excepciones en las que los rojiblancos pisaron el acelerador. Se añadió el acierto del Nacional, que sólo necesitó dos ocasiones claras para liarla. Consecuencia, 0-1 al descanso y mosqueo considerable en la grada de San Mamés.

El despertador sonó en el descanso y el partido cambió. Algo tuvo que ver la entrada de Javi Martínez en el campo, perfecto exponente del empuje que tanto estaba echando en falta su equipo. Todavía hicieron falta algunos minutos para que los rojiblancos entraran definitivamente en calor e incluso hubo algún susto previo, pero la reacción del Athletic sí obtuvo premio esta vez.

Tras un aviso de Susaeta -no siempre acertado, pero sí el más activo de la noche-, con un centro-chut que Bracali envió a córner, y otro a cargo de Llorente, que se marchó rozando el larguero, fue precisamente en las botas de Javi Martínez donde se originó la acción que acabó de voltear el encuentro. Un jugadón del navarro por banda derecha lo cabeceó Llorente y despejó Bracali en corto con una mano para que Joseba Etxeberria, atento, empujase el balón a portería.

El Athletic se vino arriba, también la afición, que ya confiaba plenamente en la remontada -pese a algún otro escalofrío en forma de contragolpe-, Caparrós metió más madera con la entrada de Toquero y el triunfo acabó llegando. Lo rozaron Susaeta, Iraola, Toquero -que llegó a marcar, aunque el tanto fue anulado por fuera de juego- y, sobre todo, De Marcos, con un cabezazo que Patacas despejó a córner junto al palo. Pero fue Llorente el que lo firmó, en una jugada de las suyas. Un balón colgado por Orbaiz que el delantero protegió en la frontal para batir a Bracali a la media vuelta.

Un gol que acabó con el sufrimiento, también con la mala racha del equipo, y que compró medio billete para la próxima ronda de la Europa League.