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Acuerdo presupuestario de un bloque sin fisuras

PP y PSOE hicieron ayer público el acuerdo alcanzado entre ambos partidos para sacar adelante los presupuestos del Gobierno de Lakua para 2010, y lo hicieron mediante una comparecencia también perfectamente consensuada en la que tanto Patxi López como Antonio Basagoiti pusieron un forzado énfasis en destacar el carácter «austero» y «responsable» de unas cuentas que, según ambos líderes afirmaron, están tan enfocadas a enfrentar la crisis y que se colocan por encima de ideologías. «No son ni de derechas ni de izquierdas», vinieron a decir, escenificando el momento de almibarado noviazgo que ambos partidos viven en el ámbito administrativo de la CAV.

Un idilio que se sitúa en las antípodas de las relaciones que los mismos partidos desarrollan en Madrid. Ayer mismo, y también hablando de los presupuestos, José Blanco, vicesecretario general del PSOE y ministro de Fomento, aseguraba que «hay un partido (PSOE) que busca soluciones a la crisis y otro partido (PP) que busca aprovecharse de la crisis». Un discurso, aunque cargado de hostilidad, que refleja la lógica pugna política que enfrenta a dos formaciones a las que, al menos en el plano teórico, separa su orientación ideológica. Una orientación que, si en algún momento se tiene que hacer patente es en la elaboración de los presupuestos generales, porque son éstos y no otros los que marcan la gestión que posteriormente se llevará a cabo.

El discurso monocorde de López y Basagoiti destila hipocresía y se constituye en un fraude que la sociedad vasca, a buen seguro, no va a pasar por alto. PSOE y PP han aparcado sus diferencias en aras de un bien superior a la administración «doméstica»: la marginación de las fuerzas políticas abertzales y su desalojo de los ámbitos de gestión. Poco les importa después si se hace política de izquierdas o de derechas, si se recortan programas de gasto social o si se impulsan proyectos para encarar la crisis. Mientras renuncian sin rubor al que debiera ser irrevocable compromiso con sus electores, mezclando hasta hacer mimético su discurso para proteger de las fisuras su frente antiabertzale, revelan su nulo interés por este país y hacen gala de un insultante desprecio por sus graves problemas.

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