«Esto es simplemente humillante. Cuando se enteran de que formamos parte de la tribu de los Mehsud, nos consideran terroristas dispuestos a hacerse explotar», se lamenta este abuelo, de 67 años de edad, acompañado por sus cinco hijos y siete nietos .

Como ellos, y según cálculos de Naciones Unidas, alrededor de 140.000 personas han huido ante la ofensiva que comenzó el Ejército el pasado 17 de octubre contra Waziristán del Sur, bastión de los talibán paquistaníes y de sus aliados de Al Qaeda, en las zonas tribales del noroeste del país asiático.

Dera Ismail Khan, donde vive una importante minoría chií, ha sido objetivo de múltiples atentados, particularmente en los últimos 18 meses.

«Hemos recibido órdenes muy claras del Gobierno provincial para que no perdamos de vista a los refugiados, porque la situación podría deteriorarse gravemente tras su llegada», ha confirmado el jefe de Policía del distrito, Gul Afzal Afridi.

«Según los informes de los servicios de inteligencia, muchos de los refugiados son partidarios de los talibán», añade, para precisar que se han levantado decenas de puestos de control en la localidad para vigilar los movimientos de los desplazados.

Para el centro de reflexión International Crisis Group (ICG), el clima de hostilidad reinante entre los pashtunes de las zonas tribales y los de las regiones limítrofes provoca, en definitiva, que no se tengan en cuenta las necesidades de los desplazados de Waziristán Sur.

«La mayor parte de los desplazados no reciben ni ayuda alguna ni compensación por la pérdida de sus bienes y las familias están sometidas a la ira de las fuerzas de seguridad», denuncia ICG.