Por tradición, Osasuna nunca ha mantenido una relación especialmente estrecha con el Barcelona en lo que al apartado de cesiones se refiere, a diferencia de lo que ocurre con otros conjuntos que también disponen de prolíficas canteras, como es el caso del Real Madrid. Pese a ello, tradicionalmente siempre ha habido en la plantilla rojilla algún jugador proveniente de la órbita culé, circunstancia que no viene ocurriendo en los últimos tiempos.

Casi una década ha transcurrido desde que el club azulgrana y el rojillo hicieran negocios con la confirmación del traspaso de Moha. El jugador marroquí fue el último episodio de un vínculo que pasa ahora por sus momentos más bajos. Por contra, en los últimos años Osasuna ha acentuado su ligazón, en dicho apartado, con el mayor enemigo de los culés.

No sucedió de una manera tan clara en periodos anteriores, como la época del retorno a la máxima categoría durante los años 80 y mitad de los 90. Por aquel entonces, además de los chavales surgidos de la propia casa, los pocos recursos económicos y la política de austeridad marcada por Fermín Ezcurra abrieron las puertas a jugadores venidos de los más grandes, quienes veían una oportunidad única para foguear a sus posibles estrellas en ciernes, que las más de las veces no acababan de cuajar en ello.

Así, recalaron en Iruñea hombres con cultura futbolística azulgrana como Martín Domínguez, Sánchez Jara o Christiansen. El primero consiguió hacerse un hueco entre los favoritos de Pedro Mari Zabalza llegando a debutar con la selección española, mientras que el segundo no gozó de tanta continuidad.

Por su parte, el hábil delantero hispano-danés fue un fracaso absoluto tras llegar en el mercado invernal de 1993 con una estela de futbolista desequilibrante, pero que sólo consiguió anotar un gol en los meses de competición que restaban. Años más tarde, ya en Alemania triunfaría en el Bochum, donde llegó a ser máximo artillero de la Bundesliga, al igual que Elber.

Goiko y Unzue

Del mismo modo que el flujo de jugadores de la Masía con dirección a la capital navarra se ha visto frenado en los últimos tiempos, tampoco el Barça ha realizado en estos años ninguna incorporación al estilo de lo que fueron los traspasos de Goikoetxea o Unzue -ambos ya venían siendo seguidos desde que quedaron subcampeones del mundo en categoría juvenil-, o, mirando más atrás en el tiempo, el fichaje del citado Zabalza.

Sólo el rumor veraniego de un posible interés por Monreal, a la vista de que se enmarañaba la adquisición de Luis Filipe, ha sido la excepción de una regla que comienza a convertirse en tradición.