Gloria LATASA I gloriameteo@hotmail.com
Estabilidad absosuta
El año pasado para estas fechas ya había llegado el invierno. Ese invierno largo y duro que todos conocemos. Claro que aún no había entrado la estación, sólo su tiempo. Y para un día como ayer, 29 de octubre, Euskalmet anunciaba lluvias, tormentas, bajas temperaturas –no se sobrepasarían los 10º C– y una cota de nieve que descendería hasta los 700 metros. Todo ello gracias a un lejano anticiclón –situado al W– que nos enviaba viento del norte, y a la presencia de aire frío en altura (-2º C a 1500 metros y -26º C a 5.500 metros).
Este año, sin embargo, para la misma fecha parece que el aire nos ha cogido cariño. O por lo menos eso se podía deducir a la vista del perfecto corazón que ayer dibujaba una isobara de 1020 milibares en el mapa del tiempo. Sentimientos atmosféricos aparte, las previsiones eran de brumas matinales, cielos azules, vientos flojos y temperaturas de 23-26ºC. En este caso, gracias a que el anticiclón estaba centrado sobre la península, y a las “elevadas” temperaturas en las altas capas atmosféricas (14º C a 1500 metros y -14º C a 5500).
¿Qué ocurría ayer? Sencillamente que la capa gaseosa estaba en un estado de estabilidad absoluta. Estabilidad que constantemente busca pero que pierde por el desequilibrio perpetuo entre el Ecuador (cálido) y los Polos (fríos) que le obliga a ponerse en continuo movimiento.
Cuando consigue la estabilidad, cualquier movimiento que en ella se produzca provoca una vuelta a la situación de origen. Eso se traduce en que con estabilidad, a corto plazo no deben esperarse cambios bruscos de tiempo. Y lo logra cuando consigue una relación de temperaturas entre sus capas (frío abajo, “cálido” arriba) que inhibe los movimientos verticales de aire que causan los empeoramientos.