El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, se sentará en el banquillo de los acusados el próximo día 27 por haber supuestamente pagado al abogado británico David Mills 600.000 dólares a cambio de falsos testimonios sobre inversiones de su imperio financiero Fininvest. Mills fue condenado a cuatro años y seis meses de cárcel por este caso. Además, deberá pagar una indemnización de 250.000 euros al Estado italiano. La pasada semana, el Tribunal de Apelaciones de Milán confirmó esta sentencia, que para uno de los abogados de Mills, Alessio Lanzi, «supone una dura prueba para la fe en el estado de derecho».

La pieza relativa a Berlusconi quedó aparte. Tras la aprobación de la «ley Alfano» el 22 de julio de 2008, impulsada por el propio Berlusconi para tener inmunidad judicial, el proceso quedó en suspenso. Pero, la derogación de la ley por parte del Tribunal Constitucional el 7 de octubre ha permitido reanudar éste y otros procedimientos judiciales que tiene pendiente. Uno de sus abogados, Piero Longo se mostró muy seguro de que su cliente no será condenado porque «no tengo duda alguna de que todo se reanudará desde el comienzo y, por tanto, llegaremos a la prescripción en 2011. Iremos al proceso y lo ganaremos tarde o temprano».

Antes, el día 16, deberá dar explicaciones por haber modificado las facturas de las compras de los derechos para la televisión para no tener que pagar impuestos.

Pese a su paso por los tribunales, el primer ministro italiano ha asegurado que no piensa dimitir ni en el hipotético caso de que sea condenado. «Todavía confío en la existencia de magistrados serios que dictan sentencias serias, basadas en hechos. Si hubiese una condena en procesos como éste, estaríamos ante tal distorsión de la verdad que con mayor razón sentiría el deber de resistir en mi puesto para defender la democracia y el Estado de Derecho», manifestó en unas declaraciones incluidas el libro «Reina de corazones» de Bruno Vespa que se publicará próximamente y del que ya se conocen algunos extractos.

El martes por la noche atacó nuevamente a los magistrados, a los que acusó de «denigrar a la categoría judicial y de convertir las oficinas judiciales en secciones de partido. Actúan como la verdadera oposición».

También denunció lo que considera una campaña mediática contra él, tanto en Italia como a nivel internacional. «Para manchar mi imagen, los periodistas han terminado manchando la imagen de nuestro país y de nuestra democracia».