Escalada Placa dura
Jenny Lavarda, joven guerrera con señas de identidad
La escaladora italiana, junto a su compañero Marco Ronchi, se embolsa una vía de 150 metros llamada «Solo per vecchi guerrieri». Se trata de una escalada muy técnica en placa, con duras dificultades técnicas y 4 largos: 7c, 7b+, 8b y 8c+/9a.
Andoni ARABAOLAZA | DONOSTIA
«El 5 de octubre es un día que nunca olvidaré mientras viva. Han sido 2 meses de intentos para 4 largos en una placa absolutamente increíble. Un gran viaje que me obligó a dar todo; he llegado a mis límites físicos y mentales». De esta forma se expresaba Jenny Lavarda una vez que encadenó la vía «Solo per vecchi guerrieri». Una línea que se encuentra en Feltrine Vette (Dolomitas), de 150 metros, extremadamente plaquera y técnica y 4 largos muy duros: 7c, 7b+, 8b y 8c+/9a.
Sin lugar a dudas, lo conseguido por la italiana merece enmarcarse, y es que esta línea cuenta con las ascensiones de grandes escaladores masculinos como son Maurizio Zanolla, Mario Prinoth o Riccardo Scarian.
«El encadenamiento se produjo en un día absolutamente perfecto. Ha sido una de mis escaladas más bonitas y que más me ha satisfecho; un verdadero sueño que por fin llegó a mi vida. Esta ruta es especial; tal vez sea el vacío, la caliza excepcional, la línea perfecta... Desde el 2006 me tenía atrapada, y desde entonces no pude sacarla de mi cabeza. Lo mismo le pasó a Marco; la probó y todas las noches soñaba con ella. Es una línea con mucha magia y que te atrapa», adelanta Lavarda.
A la italiana sobre todo la conocemos de la escalada deportiva y la competición internacional, pero en esta ocasión ha demostrado que también se maneja bien en la tapia. Su primer contacto lo tuvo hace tres años con Mauro Bole cuando escalaron la «Larcher-Vigiani» en la suroeste de la Marmolada (Dolomitas).
Se quedó pillada por la tapia, y en ese mismo año, de nuevo con Bole, prueba «Solo per vechhi guerrieri». En octubre de ese año comenzaba a dar sentido a la vía: «Mauro me preguntó si quería probarla, y no tuve duda. No estábamos solos, también la estaban probando Prinoth y Scarian. Trabajamos la ruta durante un mes, pero lo tuve que dejar por otras obligaciones. Mauro abandonó el proyecto y yo no tuve la ocasión de conseguir otro compañero de cordada adecuado. Finalmente, este año he regresado y he podido vivir mi gran sueño».
Así pues, ya junto a su compañero Ronchi, Lavarda puso durante todo el verano la maquinaria a punto. Para empezar, comprueba de qué iba la ruta, luego va buscando soluciones a las secciones y poco a poco empieza a resolver todos los problemas. Según adelanta la escaladora, para probar esta vía se necesita mucha humildad: «Empecé aprobarla en top-rope. Una vez que la tenía mucho más controlada, la probaba desde abajo, y finalmente, tras dos meses de trabajo en la vía, logré subir esta bella obra de arte. No he contado los intentos, ya que resultó ser como un rompecabezas. Desde el principio entendimos que el problema no era la resistencia, sino encontrar la solución adecuada a los movimientos; sobre todo los puntos de apoyo».
Muy técnica
Vistas las dificultades técnicas de esta vía plaquera, Lavarda no tuvo tiempo para ningún despiste. Según la italiana, lo más importante era mantener la concentración sobre todo en los dos primeros largos, ya que son de 35 metros y sólo cuentan con 4 parabolts. Y, cómo no, en términos de dificultad lo más exigente quedaba para el final, para la tirada cotada de 8c+/9a.
Un largo con un tramo que le dio verdaderos quebraderos de cabeza: «En esa sección hay un lanzamiento de dos manos a un buen agarre. Para mí fue la parte más difícil. No sé ni cuántas caídas tuve en ese lanzamiento, y es que perdías completamente el contacto con la roca. Este último largo es muy a búlder, con cuatro pasos de bloque; el último, por ejemplo, de 8a. No puedes cometer errores, sobre todo con los pies. Ciertamente es la vía más técnica que nuca haya escalado».
Quizás por la trayectoria casi exclusiva de Lavarda en la escalada deportiva, hay quienes se han mostrado un poco excépticos con el encadenamiento de la italiana en una vía muy plaquera, técnica, de varios largos y con dificultades técnicas extremas.
Esta es la respuesta de Lavarda: «¿Qué puedo decir? No me gustan los rumores, pero no puedo hacer nada al respecto. Sólo puedo decir que estas personas no tienen otra cosa más importante que arruinar el nombre de algunos escaladores. No sé si es por envidia o por otra cosa. Cada uno que piense lo que quiera. Lo que sí es cierto es que en encadenaminetos como «Pietramurata» (8b+) y «Vibes Reini» (8c/c+) había mucha gente viéndome. Yo nunca tengo dudas de los ascensos de los demás. No pueden decir que soy débil. Quizás lo mejor es que alguno de esos vengan conmigo a esta ruta y que la escalemos. Seguro que cambia de opinión».
Sobre lo peor y lo mejor que ha vivido durante su trabajo en «Solo per vecchi guerrieri», esta es la opinión de la italiana: «Lo mejor, que tanto mi compañero Marco como yo la hemos encadenado en el mismo día. La satisfacción de subir una obra de arte fue increíble y que me invadió una inmensa alegría y satisfacción. Al ser una placa tan técnica, la vía me ha enseñado muy bien a mover los pies. Eso es ciertamente muy importante a la hora de escalar esta vía. Y lo peor. Pues, los vuelos que tuve. Algunos fueron bastante grandes».
Quizás por «culpa» de Josune Bereziartu con las primeras mundiales femeninas de 8c, 8c+, 9a y 9a/a+, sus compañeras han estado en estos últimos años «estancadas» en la evolución del grado femenino.
Pero eso ya pasó a la historia. El 8c, por ejemplo, es un grado que se ha asentado y mucho en las libretas de las escaladoras deportivas de gran parte del mundo. Y si eso fuera poco, hay algunas, como es el caso de Jenny Lavarda, que ya empiezan a acariciar la novena dimensión. Seguro que no tarda mucho.
Así pues, para hacernos una idea de cómo van las cosas por el grado extremo femenino, os traemos algunos de los últimos ejemplos o encadenamientos más relevantes.
Y empezamos con la francesa Charlotte Durif. Esta joven de 19 años se había centrado en estos últimos años en la escalada a vista. Y, la verdad sea dicha, los objetivos cosechados llaman mucho la atención. Y lo decimos porque Durif es la escaladora que más octavos a vista ha acumulado en el mundo; el primer 8a con sólo 13 años.
Ahora, en cambio, se está centrado más en el trabajado. Su primer 8c+ cayó hace unos meses en la escuela francesa de La Vieille: «The wall». En estas últimas jornadas firma su segundo 8c+, «Pull Over», en el Verdon. Es la primera ascensión de esa línea que atraviesa el impresionante plafón de la gruta de Galetas; 50 metros de pura continuidad.
Carolina Ciavaldini, por su parte, se hace con «Bébéretchos» (Verviére, cerca de Millaut), una vía de 8c al primer intento. La francesa cuenta con una base sólida en el 8b+ y ya se ha embolsado varios 8c´s.
Tras su participación en el Master de Escalada de Dur&go, Angela Eiter se pasó por Balzola que ya conocía de antes. En muy poco tiempo, la austriaca se hizo con la ya clásica del grado 8c, «White zombie».
Otra escaladora que merece nuestra atención es Sarah Seeger. Esta escaldora acaba de firmar el primer 8c femenino en Frankenjura. Se trata de la línea «Steinbock», una ruta del local Markus Bock que transcurre por un techo y que requiere mucha tensión muscular y resistencia. Es decir, cualidades por las que no son absolutamente conocidas las escaladoras deportivas.
Y para terminar con esta crónica de los últimos encadenamientos punteros femeninos, hablaremos de la eslovena Mina Markovic.
La escaladora acaba de visitar la escuela oscense de Rodellar, y de su visita cabe apuntar su encadenamiento a vista de una línea de 8b: «La banda». Junto a esta línea, Markovic se hizo con 5 vías de 8a+ y 6 de 8a.
Las escaladoras deportivas van por buen camino.
Andoni ARABAOLAZA