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Liga ACB

La prueba de fuego se salda con quemaduras de primer grado

El Baskonia sufrió en Valencia la primera derrota en esta temporada ACB. Neven Spahija ganó la batalla defensiva que los dos equipos quisieron plantear.

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VALENCIA BASKET 81

CAJA LABORAL 74

K.A | GASTEIZ

La primera en la frente. No ha habido que esperar demasiado tiempo para dar respuesta a esa frase que tanto se ha escuchado en las últimas semanas por Gasteiz: «Ya veremos cómo jugamos cuando el tema se ponga serio». Pues nada. Llegó el Valencia Basket, con planteamientos defensivos bien hechos, y una actitud ofensiva ejemplar, y de su mano arribó la primera derrota baskonista de la temporada en la ACB.

El Baskonia jugó un mal partido en todas sus facetas, y aún y todo pudo pelear por la victoria hasta el final. Y por mal que pese, no es una señal del todo mala. Sin tildar su discurso de alarmista, Ivanovic observó con gran preocupación la actitud de sus jugadores, y fue tajante tras el partido: «Ellos demostraron más ganas de ganar».

Y es que desde el principio se veía que cada equipo estaba jugando a dos cosas bien diferentes. El Valencia se plantó delante de su público, con argumentos, y mucho criterio. Spahija planteó una defensa férrea sobre Splitter, y pronto se vieron los resultados. En el otro lado sólo el innegable talento de los jugadores exteriores del Baskonia mantenía al conjunto gasteiztarra a flote. Es más, con un poco de esfuerzo los de Ivanovic se pusieron por delante en el marcador. Carl English se reivindicó, y con 8 puntos seguidos, puso el 42-48 favorable en el luminoso. Era el momento preciso para rematar a la víctima con un certero golpe que le dejara K.O. Pero no lo hicieron, y resultó caro.

Cuestión de confianza

La actitud era diametralmente opuesta en cada bando, y pronto dio resultado el ímpetu de los de Spahija. Los de naranja cerraron filas, apretaron los dientes, y no dejaron tiros cómodos a los alaveses. El Baskonia se vio perdido y jugó precipitado. Todo lo contrario que los locales, que gracias al acierto de Lishchuk, se pusieron a comandar en el luminoso. Nada más se pudo hacer. Sólo el hecho de saber que aún jugando mal se estuviera tan cerca de la victoria puede animar a los baskonistas.

 

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