Octavos en la general, y con un balance positivo de tres victorias y dos derrotas. Pocos hubieran afirmado -y muchos menos hubieran apostado- que Pablo Laso iba a ser capaz de conseguir tres victorias consecutivas en un inicio liguero tan complicado como el que tenían por delante. Pero ahí están, jugando con solvencia, y obteniendo victorias con absoluto merecimiento. Ayer volvieron a ser netamente superiores a los murcianos fuera de casa, y lograron la victoria jugando como los equipos campeones. Esos que casi sin darte cuenta te abren un hueco en el marcador y se dedican el resto del partido a administrar la ventaja.

Los jugadores del Gipuzkoa Basket comenzaron ofreciendo una lección magistral de sicología inversa. Sabiendo la falta de recursos interiores que acusaba el conjunto pimentonero, donde faltaba Faverani, Moncho Fernández pensó que Laso trataría de cargar el juego sobre el poste bajo. Pero no. El técnico gasteiztarra buscó la sorpresa, y volcó casi todo el juego de ataque en el exterior. Cuatro triples encestados eran los culpables de que los guipuzcoanos llegaran un punto por encima al final del primer cuarto: 24-25.

El Murcia quería colectivizar su juego, pero sólo Vujanic y Scepanovic sumaban en ataque. Uriz manejó a su antojo el partido, y gracias a esa soltura se llegó al descanso con una bonita ventaja de 40-47. Había que seguir arañando espacio.

Y llegó el momento de Barbour. La explosión. Fue su cuarto, y el de nadie más. Anotó triples, bandejas, tiros libres. No había acción de la que no sacara algo positivo. Además, no descuidó la retaguardia y defendió con todo. Laso quería que su equipo corriese, y Barbour corrió. Corrió hasta echarse el grupo a la espalda y dejar a su equipo 13 puntos arriba al filo del tercer cuarto. Tan solo Chris Moss, que acabó con 13 rebotes, logró placar la hemorragia de los murcianos.

Llegó el último cuarto, pero la victoria estaba bien amarrada. El Gipuzkoa Basket alardeó de reparto de responsabilidades, mientras que en el CB Murcia, si Vujanic, Moss o Scepanovic no sumaba, nadie lo hacía. Al final, victoria solvente, y con los pies en territorio «play off».