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La película del año es un impactante thriller carcelario

«Celda 211»

La consagración de Luis Tosar llega con un papel de peligroso delincuente que lidera un motín en la cárcel, bajo el alias de «Malamadre», que quedará en los anales del género. Gracias a su impulso, el cuarto largometraje de Daniel Monzón se ha asegurado la distribución internacional y se apunta ya como el gran favorito para ganar los premios Goya.

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Mikel INSAUSTI | DONOSTIA

¿Por qué «Celda 211» no fue elegida en la terna de películas preseleccionadas para optar al Óscar de Mejor Película de Habla No Inglesa? Es la pregunta del momento, la que todos los aficionados al cine se hacen. Está claro que en la decisión el nuevo presidente de la Academia, Álex de la Iglesia, no ha tenido nada que ver. No es él a quien corresponde decir quién va y quién no, ya que son los académicos los que votan. Es más, el guión de «Celda 211» ha sido escrito por su inseparable colaborador Jorge Guerricaechevarría y se trata de una película de género de las que les gustan ambos, así que motivos para decantarse por ella tenían más que sobrados. Al final los académicos han preferido a «El baile de la victoria», una realización de Fernando Trueba que no ha gustado a la crítica, y que salió bastante mal parada de su presentación en el Donostia Zinemaldia.

Lo que se suele comentar en estos casos es que siempre tiran hacia los nombres consagrados, creyendo que Trueba tiene un sitio hecho en Hollywood desde que ganara la estatuilla con «Belle Époque». No así Daniel Monzón, autor de «Celda 211», quien empieza a ser reconocido justo ahora, gracias a este cuarto largometraje fiel a su concepción de un cine popular, con el que trata de consolidarse como profesional del entretenimiento antes que buscar un prestigio artístico. Otra de las causas a las que se achaca el descarte de «Celda 211» es la del amiguismo, porque los que son alguien dentro de la Academia se apoyan entre sí. Es la única explicación para justificar que Garci, que este año no tenía película, salga votado cada vez que dirige algo, por malo que sea.

La Academia de Cine ha quedado en mal lugar por culpa de su grave olvido, y es muy posible que trate de compensar el error premiando a «Celda 211» en los Goya. Al día de hoy todo el mundo da por sentado que Luis Tosar ganará el Goya de Mejor Actor. La crítica, de forma unánime, considera ya a «Celda 211» como la mejor película del año. Cualquier resultado que no sea vencer en los Goya con claridad será considerado una injusticia, lo que asegura el suspense hasta el último momento. En realidad, es el tipo de debate que siempre se ha dado, debido a que la comercialidad y el reconocimiento artístico andan reñidos.

Con o sin premios, «Celda 211» tiene el éxito más que asegurado, tras la entusiástica acogida recibida en los festivales de Venecia, Montreal y Sitges. En el mercado de esos certámenes internacionales ha sido vendida a medio mundo, que es en la actualidad lo más importante teniendo en cuenta lo complicada que está la distribución en otros países para unas producciones que, en su mayoría, han de conformarse con las migajas del mercado interior, sacudido como está por la crisis económica.

El secreto de Daniel Monzón y su guionista Jorge Guerricaechevarría radica en haber sido capaces de sorprender al espectador con su tratamiento visual de la novela original Francisco Pérez Gandul. Al plantearse la adaptación partieron del convencimiento de que el público que no ha estado nunca en una cárcel, ni de visita, tiene una idea del sistema penitenciario influida por las películas de Hollywood. Es por ello que investigaron las peculiaridades de las prisiones del Estado español y su funcionamiento, incluidas las referencias a los presos de ETA, que ya estaban en la novela. Dentro de la trama es un recurso utilizado con habilidad, a cuenta de que, cuando estalla el motín y se inician las negociaciones, los presos comunes no tardan en comprobar que lo que más les preocupa a las autoridades es cuanto pueda trascender al exterior sobre los presos políticos, encontrando en ello un motivo de presión. El escenario escogido para el rodaje fue el de la antigua prisión de Zamora, por cuyas galerías se mueve una cámara nerviosa que, mediante el estilo documental, introduce literalmente a la audiencia en la vorágine del motín carcelario. El realismo de la situación se consigue además gracias al oportuno casting, que entremezcla en la figuración a verdaderos convictos con actores que lo parecen.

Cambio de registro

El que más se ha trabajado su imagen de peligroso delincuente, documentándose para ello, es Luis Tosar. Si bien la creación del personaje de Malamadre, que pasará a los anales del género carcelario, se nutre de muchos otros detalles fruto de una observación para captar todo aquello que le pueda servir. Hacía tiempo que el actor gallego quería cambiar el registro de voz imitando a un amigo suyo de Santiago, como una forma de recoger el pulso vital de la calle. La caracterización se completa con esa mirada intimidatoria que le ha valido tantas ofertas de villano en Hollywood, junto con un oportuno tatuaje en el cogote con el sonoro nombre de guerra. Ahora bien, su lado oculto, que vendría a ser el fondo humano, nos es mostrado a través del emparejamiento de Luis Tosar con el actor revelación Alberto Ammann, quien saca lo que de bueno pueda haber en su oponente. A éste le ocurre lo mismo pero al contrario, porque Malamadre saca de él lo peor que esconde en su interior.

Es un funcionario novato recién destinado a la prisión, al que un accidente deja indefenso en la celda controlada por los amotinados. Como quiera que los sublevados todavía no le conocen, su instinto de supervivencia le aconseja hacerse pasar por uno de ellos, habiéndose de ganar la confianza de Malamadre, el cabecilla del motín. La tensión está servida y la acción no concede tregua en sus casi dos horas de duración, sacando a relucir el comportamiento violento que se da en las situaciones extremas.

EN MP3

«El universo cerrado de la cárcel refleja en esencia la misma sociedad que lo genera, aunque de forma condensada. Como nos dijo un preso en la cárcel de Valdemoro, `el mundo de aquí dentro es exactamente igual que el de fuera, sólo que en mp3'», explica el director.

ARGUMENTO

Juan, funcionario de prisiones, se presenta en su nuevo destino un día antes de su incorporación oficial. Sufre un accidente y se desmaya minutos antes de que se desencadene un motín en el sector de los FIES, los presos más peligrosos. Sus compañeros le abandonan a su suerte.

Luis Tosar, un gallego internacional

Desde que se dio a conocer en «Flores de otro mundo» han pasado ya diez años. Luis Tosar lo celebra rodando de nuevo a las órdenes de Iciar Bollain, que es su directora talismán desde que consiguiera con ella el Goya de Mejor Actor por «Te doy mis ojos». Se han ido ahora juntos a Bolivia para hacer «También la lluvia», una película ambientada durante la guerra del agua en Cochabamba. Su otro Goya se lo debe a Fernando León de Aranoa gracias a «Los lunes al sol», y fue como Mejor Actor de Reparto. En ese periodo se le identificó con el cine social, más aún al convertirse en el rostro visible de la plataforma Nunca Mais, dentro de la campaña organizada en Galicia contra el desastre ecológico provocado por el Prestige. Posteriormente, su salto a Hollywood con «Corrupción en Miami», tras llamar la atención del director Michael Mann, ha estado a punto de encasillarle en papeles de villano, por lo que ha rechazado otras ofertas similares procedentes de la Meca del cine. Esto no le ha impedido seguir siendo un actor internacional de la mano del cine europeo, con títulos como «Cargo», «Galatasaray-Depor» o el todavía pendiente de estreno «Mr. Nice».M.I.

El cine siempre atrevido de Daniel Monzón

Daniel Monzón sentía demasiada pasión por el cine de género como para pasarse la vida ejerciendo de crítico no ortodoxo, motivo por el que, en cuanto tuvo oportunidad, dejó de escribir en la revista «Fotogramas» o de colaborar con el programa televisivo «Días de cine». Su primer paso lo dio como guionista, cuando coescribió junto al también crítico cinematográfico Santiago Tabernero «Desvío al paraíso», dirigida por Gerardo Herrero. Cinco años después, en 1999, debutaba en la realización con «El corazón de guerrero», una fantasía épica que mezclaba la realidad con los juegos de rol. Sirvió para abrir horizontes en un mercado interior demasiado encerrado en sí mismo. Guiado de ese mismo espíritu comercial, lo intentó con la comedia de acción en «El robo más grande jamás contado», a la que iba a seguir «La caja Kovak», rodada en su Mallorca natal. Pese a su tendencia al exceso, este original thriller, inspirado en la leyenda urbana sobre una canción húngara que incitaba al suicidio, le puso en el buen camino para obtener finalmente una justa recompensa a su constante apuesta por el riesgo.M.I.

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