Ventura Pons sigue adaptando a escritores catalanes y, en «A la deriva», lleva a la pantalla por tercera vez un texto de Lluis Anton Baulenas, tras «Anita pierde el tren» y «Amor idiota». La actriz teatral María Molins, vista en «Cobardes», interioriza el drama de una cooperante que regresa de África muy afectada por las terribles experiencias que allí ha vivido. Trata de recuperar la libertad viviendo en una caravana, a la vez que quiere olvidar el pasado trabajando como guarda nocturno en un centro de salud, donde inicia una relación desesperada con un paciente internado por orden judicial.

Ventura Pons utiliza la cámara en mano, junto con una fotografía oscura de Joan Minguell para expresar la desorientación de la protagonista. Ésta no logra escapar a la violencia social que la persigue, y de poco servirá ese romance a escondidas del que es testigo silencioso el compañero de habitación del enfermo con que se encama, incorporado por el veteranísimo Fernando Guillén. Un secreto que también comparte el enfermero homosexual que interpreta Albert Pérez. A los personajes episódicos que reflejan la soledad y la necesidad del otro se suma el de un famoso escritor, al que presta su imagen mediática Boris Izaguirre en su habitual registro frívolo, como si quisiera sacar a la sufrida protagonista de su traumática y gris existencia.