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Raimundo Fitero

Iconos

Es un sistema de valores que funciona por acumulación. Es difícil que una serie o un programa se sustente en una persona, pero si falta esa persona, se resiente el producto. «El Intermedio» sin Wyoming es el mismo programa, pero muy diferente. Los viernes o días de premios, su sustituto incluso tiene cosas más buenas, pero no logra alcanzar sus mismas cuotas porque el programa está hecho a la medida del icono principal, que se refuerza con su magnífico equipo de guionistas y de colaboradoras en los menesteres de presentación.

¿Qué sería de «El Hormiguero» sin Pablo Motos? Otra cosa, obviamente, porque Pablo Motos es uno de esos presentadores-directores, que entrevistan al Papa y hablan más que el Papa, que todo se centra en ellos, es un culto no al icono principal, sino al ego del conductor. No se había visto nunca un programa tan egocéntrico, pero que además intente camuflarse de tal manera con tantos colaboradores. En este caso, ni sustituto, ni leches. Sin Motos, no hay programa. Y punto. Es más, Motos cree que sin él, no hay ni televisión ni entretenimiento. Bueno, cosas de ser bajito.

Risto no es ni alto, ni bajo, ni tiene color. Pero es otro que tiene programa a su medida, y en esta ocasión compartida la responsabilidad con guionistas y poco más. Él es todo el «G-20» y Él será el que triunfe o el que fracase. Es su juego, su apuesta. El programa es infumable, pero aguanta en la cuerda floja. Ha perdido fuelle, porque no toda la audiencia es idiota ni se deja engañar por sus posturitas de gamberrito de derechas.

Todo lo anterior venía a cuento de «El Duque». El relativo declive de «Sin tetas no hay paraíso» no se debe a que sean peores guiones, tramas menos interesantes o bajada de intensidad interpretativa. El producto, objetivamente, es mucho mejor ahora. Pero falta «El Duque», un fenómeno mediático que convirtió al actor que le daba vida en un icono masculino, una sueño sexual para miles de telespectadores de ambos sexos. Son cosas que suceden y no hay que darles más vueltas. La química entre los protagonistas, su presencia entre duro y enamoradizo, llamaba a aumentar las audiencias. Su ausencia ha convertido a la serie en una más.

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