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«Una ciudad sostenible es una ciudad humana; es la parte social del desarrollo sostenible»

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Fabien Bressan
Director de la asociación Robines de las Ciudades

Bresaan es arquitecto y director de la asociación lyonesa Robines de las Ciudades, que gestiona la participación ciudadana en los proyectos urbanísticos. Frecuentemente, estos proyectos se desarrollan conjuntamente con otras asociaciones siguiendo las peticiones de instituciones públicas.

Idoia ERASO

Ayer se celebró en Baiona la última jornada del coloquio organizado por el Consejo de Desarrollo del País Vasco y el Consejo de Electos del País Vasco para crear una Carta de Referencia sobre el acondicionamiento sostenible en Ipar Euskal Herria. Durante los talleres de ayer participó el director de la asociación Robines de las Ciudades. En su intervención, Fabien Bressan explicó el proyecto de colaboración que llevó a cabo la asociación en la creación de un barrio ecológico.

¿Cuáles son los objetivos de la asociación Robines de las Ciudades (Robins des Villes)?

La asociación se creó hace doce años por estudiantes de arquitectura que buscaban cuestionarse el oficio de arquitecto. Partiendo de la base de que los arquitectos y la arquitectura, el urbanismo, se habían alejado de la gente que lo vivían, es decir los habitantes.

Crearon la asociación para hacer el camino en el otro sentido y se ha convertido en una asociación que tiene diferentes actividades: Educación del medio ambiente y urbano; participamos en la educación escolar. Otro ámbito es la organización y animación de diferentes talleres para todo tipo de públicos de temas que tienen que ver con la ciudad, pueden ser paseos urbanos, lecturas de paisajes, conferencias e incluso actos culturales. La tercera gran actividad es la elaboración y la animación de dispositivos de concertación en los proyectos urbanos. De ellos que se extraen diferentes propuestas sobre el acondicionamiento urbano.

¿Cómo se desarrolla este tipo de concertación?

Normalmente tratamos de establecer dos fases. Una fase en la que se comparte el diagnóstico sobre la utilización, donde se trata de que los habitantes puedan exponer la historia y las vivencias que tienen sobre el lugar en el que intervenimos, sea un espacio, un territorio o una ciudad.

La segunda es la fase de proposición, donde se trata de animar a la gente para que intervengan. Esos talleres pueden llegar incluso a la coproducción, es decir llegamos a hacer los planos y la maqueta con los habitantes. Vamos muy lejos en la participación ciudadana.

¿Hay límites en la participación?

Hay algunas cuestiones que son inherentes a todas las acciones de participación. Está la cuestión del público, es decir, quien viene a participar, a quien se invita. Nosotros hemos tratado de desarrollar varias herramientas para invitar a la mayor parte de personas. Utilizamos diferentes medios como la fotografía, la expresión escrita u oral... La segunda cuestión es la elección política, que puede ser un gran límite, hasta donde están dispuestos a dejar participar a los habitantes.

Hay otro tipo de cuestiones, como la evaluación, que se da muy poco. También está la dimensión de la intervención, es decir, para la coproducción trabajamos sobre pequeños espacios. En Francia hay muy pocos ejemplos de coproducción sobre grandes proyectos. Por último, se deja muy poco espacio a la iniciativa, es decir, las acciones son descendentes, que provienen de las instituciones hacia los habitantes y nosotros tratamos de que los dispositivos vayan en el otro sentido.

¿Qué es la ciudad sostenible que promulga vuestra asociación?

Para nosotros es una ciudad humana, la parte social del desarrollo sostenible y que sería compartida, es decir, que la gente participe en la evolución de la ciudad. Y también que debe de ser responsable, en lo que se refiere a la cuestión medioambiental.

El lugar de la cultura también es una cuestión importante, o mejor dicho de las culturas. La calidad de la utilización, el comienzo de todo acondicionamiento.

La idea de la ciudad sostenible y sus acondicionamientos posibles y futuros empieza desde una postura «soft», en lugar de empezar por construir, más «hard». La construcción, la edificación, debe de ser una herramienta para la parte social.

 

colaboración

«Vamos muy lejos en la participación ciudadana. Llegamos incluso a la coproducción, a hacer los planos y la maqueta con los habitantes».

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