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DECLARACIÓN DEL GRUPO DE APOYO EUROPEO

El tren de Altsasu llega a Estrasburgo sin pasar por Madrid

 

Ramón SOLA

Algunos medios han etiquetado la declaración de Altsasu de «propuesta», otros de «oferta»... Pero a tenor del texto, parece más acertado hablar de «iniciativa». La novedad estriba en que esta vez no hay acuerdo previo con nadie: ni con el Gobierno español, como en 2005, ni con las formaciones abertzales, como en 1998. Pero, a la vez, hay una voluntad de acuerdo futuro con todos. Hay un camino que se hará al andar. Por eso, iniciativa es la palabra que mejor define el movimiento, en la medida en que es unilateral.

Que no haya acuerdo previo puede parecer malo de entrada, pero también ofrece una ventaja extra: no depender de nadie, sólo de las propias fuerzas y de la capacidad de convencer al resto. Detrás de etiquetas como «propuesta» u «oferta» se esconde una pequeña trampa: conceder a Madrid la capacidad de vetarla (y en eso los vascos ya tienen ejemplos sobrados). Que el Gobierno español optaría por el desprecio inicial estaba cantado, pero el tren que tomó impulso el sábado en Altsasu tiene mucho camino por delante y más que un raíl por el que circular. Y, como prueba, ha llegado ya a Estrasburgo sin pasar por Madrid. Que el Estado se siente en una mesa de negociación será sólo una estación más, quizás la última. Para lograrlo será imprescindible acertar en el recorrido y llenar los vagones, hasta que se sienta solo en el andén.

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