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Maite SOROA

En el día después

El final del secuestro del Alakrana ha provocado multitud de muestras de alivio y alegría. Tampoco han faltado las críticas a la gestión que han hecho ZP y compañía de tan delicada situación. Pero faltaba el tremendista. Lo he encontrado en «Libertad Digital».

El autodenominado Grupo de Estudios Estratégicos, muy próximo a Aznar, proclamaba ayer con toda solemnidad que «hoy es un día triste para España, rendida, humillada y postrada ante sus extorsionadores. Los intereses españoles no son pagar por la liberación de los secuestrados, sino la persecución y la detención o eliminación de los piratas, que es algo muy distinto. Cuando los piratas ganan, España pierde, y viceversa. Nos cuesta rubor tener que decirlo, cuando la rendición nacional se está celebrando como una gran victoria, no sólo por la vergonzosa exhibición de un Gobierno rendido, sino por una oposición degradada y unos medios de comunicación moralmente envilecidos. Todos celebran la victoria pirata y la derrota española. A eso estamos llegando». Se lo han tomado a la tremenda los tíos.

Pero no se quedan en la crítica, también aportan soluciones. Ya verán: «No resultaría difícil bombardear sus casas y guaridas, hundir sus lanchas y barcos nodrizas sin contemplaciones, reducir a cenizas sus puertos y las bases desde las que operan». Dialogantes los tíos, ¡sí señora!

Lo tienen muy claro: «España debiera hacer justicia y detener o eliminar a los secuestradores del Alakrana. Si hemos sabido llegar a ellos para negociar y pagar, se puede hacer lo propio para acabar con ellos: sabemos quiénes son, dónde viven y cuáles son sus puertos. Segundo, se debe garantizar la seguridad de los barcos españoles en la zona, impidiendo que un solo pirata se acerque a un solo barco español. Con mayor potencia de fuego en las naves, no supone ningún problema. Tercero, deberíamos combatir activamente a los piratas en la zona, perseguirles hasta acabar con ellos y restaurar el libre tráfico marítimo. A los barcos piratas, desde que la humanidad navega, se les toma o se les hunde. Ni se negocia con ellos ni se anda con miramientos». Según ellos, todo eso «entra de lleno en la lógica de cualquier país decente». ¿Se le ha ocurrido a alguien preguntarse qué es lo que pasa en Somalia? ¿En qué condiciones vive la población? No, mejor arreglarlo a cañonazos. ¡Qué patético!

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