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Juicio contra el ex subdirector de seguridad de Langraiz

El juez toma declaración a veintidós testigos para decidir si hubo abusos

El ex subdirector de seguridad de Langraiz se sienta en el banquillo tras haber sido denunciado, hace ya cinco años, por realizar proposiciones sexuales a cambio de beneficios penitenciarios. Más de veintidós personas prestan declaración en el juicio que arrancó ayer.

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Zuriñe ETXEBERRIA | GASTEIZ

Durante dos días el ex subdirector de seguridad del centro penitenciario de Langraiz se sentará en el banquillo de la Sección 2ª de la Audiencia Provincial de Araba, acusado de realizar proposiciones sexuales a mujeres presas a cambio de obtener beneficios penitenciarios. En la vista oral de ayer, el acusado, Mariano Merino, se declaró «absolutamente inocente», mientras que las cuatro mujeres denunciantes corroboraron que «se sintieron acosadas».

Begoña Cayado, Maria Isabel Muñoz, Gloria Jiménez, Raquel López y la asociación Salhaketa, en calidad de acusación particular, solicitaron una pena de diez años de prisión y 36 años de inhabilitación absoluta, además de una indemnización de 3.000 euros a cada una de las víctimas por los daños morales ocasionados. La defensa, ejercida por la Abogacía del Estado español, por su parte, exigió la absolución del ex subdirector de seguridad de Langraiz, Mariano Merino.

Cuatro años de espera

Han pasado casi cinco años desde que las cuatro mujeres presas interpusieron la denuncia hasta que ayer compartieran la sala con su presunto acosador. Los hechos que ayer y hoy serán estudiados en la Audiencia Provincial de Araba se remontan a finales del año 2004 cuando familiares de presas en los módulos de mujeres de la cárcel de Langraiz denunciaron ciertas irregularidades que habría cometido un funcionario en concreto.

Meses más tarde, en marzo de 2005, una de las mujeres afectadas decidió armarse de valor y denunciar los hechos ante el Juzgado. Durante los siguientes meses otras tres internas se sumaron a la denuncia. El proceso judicial parecía haberse estancado cuando en otoño de 2007 los tribunales archivaron la causa, al considerar que no había «indicios suficientes». Sin embargo, Salhaketa no dudo en recurrir el fallo. Así, el tribunal la admitió y dio la razón a este recurso en mayo de 2008.

Desde que las afectadas sufrieron los acosos y coacciones hasta que decidieron cursar las denuncias correspondientes transcurrieron unos meses -la condición de internamiento de estas mujeres dificultó la decisión de tomar medidas o no contra el funcionario, por miedo a represalias-. En ese tiempo los rumores entre las paredes del centro penitenciario «eran evidentes», como testificaron varias personas durante la vista oral que arrancó ayer.

Tras el comienzo de los rumores, el entonces director de Langraiz «recomendó» a Merino abstenerse a entrar al módulo destinado a las mujeres. Sin embargo, Merino continuó acudiendo a este módulo alegando que «estos rumores no impedirían su responsabilidad como Policía interno». Y hasta que se interpusieron las denuncias no presentó su dimisión, en julio de 2005.

En la vista celebrada ayer, Begoña Cayado, que actualmente se encuentra en libertad, fue la primera testigo en declarar. «Recuerdo que hubo una pelea en las duchas y yo me vi involucrada». Ante esta situación, la denunciante fue llamada al despacho del ex subdirector y, en contra de lo habitual, no se le abrió ningún parte. «Me dejó claro que me estaba haciendo un favor. Comenzó a decirme que cada vez que me miraba a los ojos se fundía en mi mirada, que tenía la boca hecha para besar, que como mujer me daba un 70% y no por mi inteligencia», recordó. Ante estos comentarios Cayado se levantó, pero Merino «la agarró y la volvió a sentar» y le advirtió «que tenía un mes de plazo para pensármelo» y que de no acceder a «su juego» su condena sería más dura y que, además, trasladaría a su compañero a la cárcel de Puerto de Santa Maria, en Cádiz. Cayado, también testificó que tras poner la denuncia sufrió el acoso de otros carceleros.

Gloria Jiménez declaró por videoconferencia desde Langraiz, donde aún se encuentra presa. Jiménez relató que «Merino era el único que le hacia caso» y por ello, le comunicó su disposición para ingresar en Proyecto Hombre para tratar sus problemas con la droga. Entonces, «con miradas lascivas me preguntó si haría lo que fuera». Otro día, «me arrinconó en su despacho agarrándome por la cintura e intentó besarme, otra vez también me dio una palmada en el culo», aseguró. Una funcionaria que también declaró ayer afirmó que en ese momento, por casualidad, se dirigió al despacho del ex subdirector de seguridad y vio «al acusado y a Gloria en situación extraña detrás de la puerta». Añadió que el acusado pasaba mucho tiempo en el módulo de mujeres y que mantenía una «actitud impropia» para su función.

«Qué mentirosa eres»

La tercera testigo en prestar testimonio fue Maria Isabel Muñoz, actualmente en libertad. Muñoz aseguró que Merino le ofreció un «quid pro quo -algo por algo-, me dijo que tenía una sonrisa muy bonita, que era muy guapa y si no entraba en su juego sería su mayor enemigo». Otra vez, «en su despacho había un preservativo y unos clinex», confirmó la testigo. Además, Muñoz declaró que a raíz de cursar la denuncia se tomaron represalias contra ella: «sólo en una semana registraron 12 veces mi celda y por las noches daban patadas en la puerta».

«Qué mentirosa eres», recriminó el acusado a Muñoz una vez que esta terminó de prestar declaración. Más tarde, el juez de la sala volvió a llamar la atención a Merino por su actitud durante la vista. Raquel López, también en libertad, fue la última víctima en testificar. «Una vez me llamó a su despacho sobre la tarde noche. Comenzó a decirme que estaría más guapa si iba al dentista y me arreglaba la boca», dio a conocer López. «Entonces, se soltó los botones de la camisa y me enseñó una cicatriz que tenía en el hombro; también me dijo que él me podría hacer la vida más fácil o más difícil» señaló.

En total, se espera que entre ayer y hoy declaren 22 testigos. La vista pública continuará hoy por la mañana y probablemente también por la tarde. Una vez recogidos los testimonios, la Audiencia Provincial de Araba deberá deliberar si el acusado es culpable o no, y si procede, cual será su condena.

El acusado opina que se trata de «un montaje» contra él

El ex subdirector de seguridad de la cárcel de Langraiz, Mariano Moreno, de 54 años y natural de Madrid, acusado de realizar proposiciones sexuales a varias mujeres presas a cambio de beneficios penitenciarios, no dudó en calificar los hechos como un «montaje» contra él.

No reconoció «en absoluto» las imputaciones que recaen sobre su persona y se declaró «inocente». En su turno, alegó que «nunca» se ha dirigido a ninguna interna en los términos descritos ayer. Tampoco dudó en calificar a las cuatro mujeres denunciantes de «yonkis, problemáticas o de mujeres manipuladoras». Mariano Merino aseguró que las veces que acudió al módulo de mujeres del penal alavés «era exclusivamente para cumplir las funciones que requería su cargo».

Afirmaciones como que se «habría encontrado un preservativo» fueron tachadas de «ridículas y absurdas» por el carcelero. «Yo nunca me he referido a aspectos físicos, sólo he tratado con ellas por el tema de drogas o pinchos», y añadió que sólo «velaba por su vida y seguridad».

El acusado admitió haber hecho caso omiso a la recomendación del entonces director de la prisión de no acudir al módulo de las mujeres por los rumores que corrían por los pasillos del penal. Sin embargo, defendió que «unos rumores no impedían desempeñar su trabajo».

El juez de la sala llamó dos veces la atención al acusado por la actitud que mantuvo durante la vista oral. En una ocasión, Merino tildó de «mentirosa» a una testigo después de que terminara de prestar declaración.Z.E.ㄷ

10 AÑOS DE CÁRCEL

La acusación particular solicita una pena de 10 años de prisión y 36 de inhabilitación absoluta, además de 3.000 euros para cada víctima por daños morales. La Abogacía del Estado español pidió la absolución del acusado.

CONCENTRACIÓN

La plataforma social de apoyo a las mujeres presas en Langraiz, formada por 109 asociaciones de distinta índole, convocó una concentración a la que acudieron decenas de personas para mostrar su apoyo a las denunciantes.

DESDE 2004

Han pasado casi cinco años desde que estas cuatro mujeres cursaron sus denuncias. En otoño de 2007 los tribunales decidieron archivar la causa por falta de «indicios». Tras un recurso de Salhaketa el proceso judicial ha seguido adelante.

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