La iniciativa política que el pasado sábado tomó cuerpo en Altsasu de la mano de la izquierda abertzale se configura como una ruta de largo recorrido que, sin embargo, va cubriendo sus primeras etapas a buen ritmo. Así lo prueban las reacciones que está provocando en el ámbito internacional, con especial eco en diversas personalidades de reconocido prestigio y organizaciones vinculadas a la resolución de conflictos en todo el mundo. Antes de su salida a la escena pública, ya fue calificada por el experto mediador sudafricano Brian Currin como «encomiable y potencialmente innovadora». Quien tuviera un papel destacado en el proceso resolutivo sudafricano o el irlandés consideró que «podrá tener un efecto profundo en la escena política de Euskal Herria».

Más tarde, y una vez dada a conocer a la sociedad vasca, el propio Gerry Adams, líder del Sinn Féin, saludaba el «importante paso» que supone la declaración realizada por un centenar de personas con gran referencia en el ámbito abertzale, a la vez que observaba en la iniciativa «un cambio cualitativo importante». Se trata de análisis que comparte plenamente Friendship, el grupo de apoyo creado en el año 2006 para respaldar un proceso de solución dialogado en Euskal Herria. Este grupo, que había permanecido inactivo tras la ruptura del citado proceso, reapareció ayer en Estrasburgo para «saludar calurosamente» el paso dado por la izquierda abertzale que, estiman, podría desembocar en un «proceso de paz». Por esta razón, y en la misma comparecencia, hacían un llamamiento a todas la partes a responder a la nueva coyuntura «con responsabilidad».

Todas estas declaraciones contrastan, al menos en un primer análisis, con el frontal rechazo que el Gobierno español y algunos partidos de obediencia estatal han mostrado ante la nueva situación. Sin embargo, la iniciativa que germinó en Altsasu no considera ni la aquiescencia ni el veto de Madrid como ejes indispensables para echar a andar. Parte de un estadio totalmente abierto y marca una línea que corresponde recorrer sobre todo a la ciudadanía vasca, por lo que la acogida dada por las formaciones de Euskal Herria es la primera y esperanzadora buena noticia. Pero no está que quienes tie- nen experiencia acumulada en procesos similares, desde la perspectiva que da la distancia, adviertan al mundo de que se trata de una iniciativa de profundo alcance, sin someterse al evidente intento de Madrid de ahogarla antes de nacer.