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CRÓNICA I Jornadas sobre el socialismo del siglo XXI

«Militante, no hay modelo, se hace modelo al andar»

No existe un modelo de socialismo que se pueda imitar o que esté listo para aplicar; cada proceso es una creación histórica única que se adapta a las condiciones y circunstancias políticas, económicas, geográficas, históricas y culturales de cada país. Por ello, existe también una opción específica y propia para euskal herria.

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Fermin MUNARRIZ I

Sobre estos términos versó ayer la última de las jornadas organizadas en Donostia por la asociación Aske para reflexionar sobre el socialismo del siglo XXI. Como en las sesiones anteriores, el auditorio del centro cultural Koldo Mitxelena volvió a quedarse pequeño para acoger a casi doscientas personas que siguieron con interés las brillan- tes intervenciones del sociólogo argentino Atilio Borón y de la economista vasca Nekane Jurado. El socialismo, por lo visto estos días, interesa en estas tierras. Así lo confirmaba poco antes de comenzar la sesión otro de los participantes en las jornadas, el escritor Carlo Frabetti, quien reconocía a este periódico estar gratamente sorprendido por la asistencia registrada. En Madrid, con seis millones de personas en su área metropolitana -explicaba-, es difícil congregar a cien personas. Tal vez algunas de las claves estaban en las reflexiones de los ponentes.

El socialismo es no sólo deseable, sino «la única solución posible» para salir de la crisis estructural del capitalismo, «pero no existen modelos específicos -explico Borón-; cada país, cada sociedad, debe explorar sus propias vías de construcción» de un nuevo sistema de valores y de distribución de las riquezas, de la producción y de la relación del ser humano con la naturaleza.

El politólogo argentino adaptó el conocido verso de Antonio Machado del titular de esta crónica, también cantado por Hugo Chávez, para explicar que no cabe la espera de un gran cambio revolucionario o la copia de otras referencias previas o cercanas; cada país debe construir su propio tránsito. El socialismo del siglo XXI «se plantea como una tarea radical e inmediata en la escala que se pueda: el municipio, el centro de estudio, el trabajo... No hay que esperar al gran cambio revolucionario sino hacer ya, iniciar un proceso de autoeducación sobre nuestras capacidades de autogestión». Así, consideró imprescindible un «proceso de desmercantilización»; es decir, transformar las necesidades en derechos, no en mercancias destinadas al lucro de unos pocos. Y puso ejemplos: los medicamentos, los alimentos, la educación, la naturaleza...

El sujeto de tal revolución, según este doctor por la Universidad de Harvard y profesor de la de Buenos Aires, ya no es el viejo concepto del obrero industrial. «Han surgido nuevos sujetos hasta el punto de que ahora el proletariado es mayor que nunca: la lógica del neoliberalismo ha creado más de 3.000 millones de proletarios». Sin embargo, agregó, es también «más heterogéneo y desorganizado».

Borón opinó que se debe evitar la tentación del «estatismo», porque la historia ha demostrado que es una experiencia fracasada y apostó por un socialismo que no sólo resuelva los problemas económicos, sino que genere también los valores para un nuevo ser humano.

Socialismo en Euskal Herria

Nekane Jurado, por su parte, abordó el socialismo desde el punto de vista de las necesidades y las condiciones de Euskal Herria. Para esta economista y sicóloga clínica, la política neoliberal y la legislación española han provocado una «precarización» de la sociedad vasca en los ámbitos laboral, económico, asistencial, cultural, político y de las libertades. «Las clases dominantes -agregó- están haciendo de la precariedad un nuevo modo de opresión».

Para cambiar ese orden de cosas, Jurado propugnó la «construcción del socialismo identitario vasco», basado en los siguientes principios: una economía al servicio de la colectividad, un reparto justo de la riqueza y del trabajo que genera esa riqueza, la corresponsabilidad de hombres y mujeres en el reparto de tareas socialmente necesarias, la reducción del tiempo real trabajado a lo largo de la vida, la creación de una democracia participativa, la atención y mejora de la calidad de vida no medida exclusivamente en coordenadas económicas sino sociales, culturales y personales, y la solidaridad entre distintos espacios económicos y con las generaciones futuras.

Jurado concluyó que Euskal Herria reúne condiciones favorables para alcanzar ese proyecto, como son una dimensión adecuada para ejercer una «economía de localización», un territorio como recurso en sí mismo, una comunidad natural, una población activa infrautilizada, una recaudación impositiva mejorable, recursos financieros y, ante todo, un capital humano y político capaz de conseguirlo.

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