Brouard y Muguruza, un ejemplo muy vivo
Son muchas las personas que en este país todavía recuerdan dónde se encontraban el 22 de noviembre de 1984, porque aquel día decenas de miles de ciudadanas y ciudadanos colapsaron el centro de Bilbo para rendir homenaje a Santi Brouard. Pocos políticos vascos, pocos militantes abertzales, han recibido una despedida popular tan impresionante como aquella, con el féretro colocado en la escalinata del Ayuntamiento en el que Brouard fue concejal por Herri Batasuna, formación por la que también fue elegido parlamentario en la Cámara de Gasteiz. Dos días antes había sido tiroteado en la consulta donde ejercía como médico pediatra. Cinco años después, otro nefasto 20-N, Josu Muguruza, otro destacado militante de HB resultaba muerto en otro tiroteo en Madrid, adonde había acudido como diputado, cuando se encontraba junto a varios compañeros cerca del Parlamento español.
En Lekeitio, la localidad natal de Brouard, se recordó ayer, una vez más, la trayectoria política de ambos, su compromiso personal con Euskal Herria y su activa militancia en la izquierda abertzale. Quienes organizaron, ejecutaron y aplaudieron aquellos crímenes, así como quienes intentaron aprovecharlos para intentar cambiar el rumbo de la izquierda abertzale, no esperarían que, tantos años después, esta opción política continúe desempeñando un papel tan relevante como el que la sociedad vasca le ha asignado.
Con motivo de estos aniversarios, Tasio Erkizia, que conoció de cerca tanto a uno como a otro, encontraba similitudes entre lo que sucedió entonces y lo que ocurre actualmente en Euskal Herria. Al referirse a la operación policial que acabó con el encarcelamiento de Arnaldo Otegi, Rafa Díez, Miren Zabaleta, Sonia Jacinto y Arkaitz Rodríguez, afirmaba lo siguiente: «No hay duda de que las últimas detenciones obedecen a una estrategia de Estado para evitar una salida política al conflicto, como ocurrió con el asesinato de Santi».
Entonces, como ahora, el PSOE manejaba los hilos del poder español desde La Moncloa y, por lo que parece, aún se niega a aprender de sus errores.