Enfilado a lo largo del río Agüera, el valle de Turtzioz se emplaza al norte de Enkarterri, en el extremo occidental de Bizkaia. Esta situación entre los límites entre Euskal Herria y Cantabria le convirtió durante la Guerra de 1936 en la última sede en territorio vasco del gobierno que presidía José Antonio Agirre. Allí, en junio de 1937, tras la caída de Bilbo, el lehendakari suscribió un manifiesto en el que se dirigía al mundo reclamando las libertades perdidas por la fuerza de las armas.

Gordón, un barrio alto de Turtzioz (438 m), será el punto de partida de un itinerario sencillo, asequible a caminantes de toda edad, que nos llevará a conocer las cumbres de Ventoso, Betaio y Alen, siguiendo en su recorrido un terreno herboso que hace muga entre Euskal Herria y Cantabria.

Desde Gordón se puede seguir en coche durante 1 km una pista cementada hasta llegar, tras superar un paso metálico para ganado, a un claro, en el que existe un amplio espacio para aparcar.

De este punto, junto a una valle metálica, surge a la izquierda un camino ancho, abierto en varios surcos, que en fuerte pendiente gana un abierto terreno de pastizal. Siguiendo pequeñas sendas de ganado, se llega a la vecindad de una borda situada al borde de la pista. Cruzamos ésta y, sin seguirla, buscamos evitarla siguiendo los senderos que la evitan ganando algo de altura por las laderas de Betaio, que ascenderemos más tarde.

Se llega así a un collado abierto bajo esta cumbre en el que se encuentra un poste indicador (550 m) (35 min). En él puede leerse la referencia de tiempo que nos separa de la cima de Ventoso, hacia la que nos dirigimos.

Soslayando la pista, enfilamos hacia la loma cubierta de helechos que forma el cordal que lleva hacia Ventoso, identificable ya en la distancia por una caseta que se encuentra en su cima. Pasamos junto a un túmulo en un terreno abierto de pastizal. Más tarde podemos contemplar el menhir y el dólmen de Perutxote. El perfil se inclina para superar un altozano, tras el cual nos toca descender hacia un breve collado. Siempre evitando la pista principal, que serpentea a menor altura, volvemos a ascender por un camino ancho que gana altura hasta situarse frente a los dólmenes de Ventoso. Nos encontramos en una zona en la que son numerosos los vestigios megalíticos, que testimonian la milenaria presencia humana en estas alturas.

Para ganar la cota más elevada de Ventoso lo haremos superando en directo la loma herbosa, cruzando un par de veces la pista que asciende zigzagueando hasta la cumbre (731 m) (1.15 h). Desde esta cima, en la que se pueden observar todavía los surcos de las trincheras, se contempla un hermoso contraste de paisajes de montañas y mar.

Regresamos por el mismo camino hasta el collado del indicador (1.50 h) para abordar el corto, aunque duro, ascenso a la cima de Betaio, coronada por un buzón (720 m) (2.10 h).

Nos resta ya únicamente visitar la cima de Alen, que se dibuja hacia el horizonte sur con una doble cima. Descendemos en su dirección por una pendiente herbosa, bordeando el zócalo rocoso hasta que éste cede en su altura, ya cerca de una pista.

Por un tenue sendero nos aproximamos a una pista que asciende entre los herbales al encuentro de la primera de las jorobas de Alen. Ganada esta altura, no queda sino seguir el lomo del altozano hasta alcanzar su cima (803 m) (2.40 h).

Para el regreso podemos retornar al collado del indicador y repetir el itinerario de ascenso. Pero, si queremos introducir una variante, podemos situarnos de nuevo bajo la ladera de Betaio y seguir bordeando por la ladera sur de esta cima. Deberemos tener muy en cuenta que deberemos situarnos por encima de los últimos pinos para enlazar con el sendero que bordea los pinares y evitar así las zonas invadidas por la argoma.

El sendero va rodeando la base de Betaio en el sentido de las agujas del reloj, hasta avistar la borda por la que hemos pasado al inicio del recorrido. Sólo un breve paseo entre pastizales nos separa ya del punto de partida (3.15 h).