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«La violencia contra las mujeres en El Salvador está muy legitimada»

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América Romualdo
Coordinadora de la organización feminista Las Dignas

América Romualdo (1958, Santa Ana, El Salvador) tiene estudios de Ingeniería Eléctrica, Derecho y Relaciones de Género y coordina el programa de Proyección Política de Las Dignas, organización feminista con una larga trayectoria política y social. Mantiene una amplia colaboración con Mugarik Gabe y ha recalado en Euskal Herria, invitada por Garaipen y Medea, para participar en unas jornadas feministas en Donostia.

Mirari ISASI

La necesidad de hacer una reflexión en torno al resignificado de la violencia contra las mujeres, y compartir experiencias entre el Norte y el Sur ha acercado a América Romualdo hasta Euskal Herria coincidiendo con el Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres, que se conmemora hoy. Lo hace como una de las responsables de Las Dignas, organización feminista que trabaja en la erradicación de la violencia contra las mujeres a través de la denuncia, la sensibilización, la formación, la incidencia política y el fortalecimiento de la acción social.

¿Se dan diferencias entre el Norte y el Sur en cuanto a la violencia de género?

Hay diferencias en el sentido de que en el Sur, concretamente en El Salvador, se da una violencia muy visible y a la vez muy legitimada o justificada. También se diferencia la respuesta de las instituciones a la prevención. Hay legislación, pero pocos recursos para responder a las necesidades de las mujeres.

¿La situación de la mujer es similar en toda América Latina?

En Centroamérica sí. Hay esquemas de valores que tienen que ver con la época y la influencia colonial. La violencia afecta a todas las clases sociales, no tiene nada que con el nivel educativo ni con el estatus social. Es falsa la creencia de que sólo las mujeres pobres sufren la violencia contra ellas. A la hora de romper con la violencia influyen más cosas que la independencia económica o la capacidad intelectual. La vergüenza de exponerlo y romper el silencio es uno de los obstáculos más difíciles de superar. En El Salvador, hay muchas madres solteras; uno de cada tres partos es de una menor de 15 años, lo que evidencia el nivel de violencia y abuso sexual en la familia, y algunas encuestas dicen que una de cada diez sufrirá abuso sexual antes de los 9 años. Es una situación generalizada, pero muy aceptada y oculta.

Cuando se habla de violencia contra las mujeres en Centroamérica es inevitable pensar en las altas tasas de feminicidio. ¿Es un fenónemo común?

La situación de El Salvador es equiparable a la de Guatemala. En El Salvador la tasa es muy alta, pero el problema es su visibilización en un país con una alta tasa de homicidios diarios. Se relaciona muchas veces con el fenómeno de las maras, lo que oculta la realidad. El índice de inseguridad y violencia social es tal que existe la percepción de que al Gobierno se le ha ido el tema de las manos, de que nadie puede controlar la delincuencia. Guatemala y El Salvador son los países de la región donde más se da este fenómeno y la inoperancia de las instituciones para resolver con condenas casos claros hace que este fenómeno quede en la impunidad.

¿Ha habido algún cambio desde la llegada de Mauricio Funes y del FMLN al poder?

Mauricio Funes no quiso comprometerse con la plataforma feminista que presentamos a todos los candidatos electorales, pero antes de finalizar la campaña hizo algunas ofertas dirigidas a las mujeres, que aún no sabemos cómo se van a materializar. Tras su victoria, el primer desencanto fue que sólo colocara a dos mujeres al frente de dos (Trabajo y Salud) de los 14 ministerios. Con este Gobierno, las mujeres tienen expectativas en cuestiones generales como corrupción y seguridad, pero no en temas específicos de mujeres. Siguen pidiendo empleo y siete de cada diez esperan resolver sus cosas marchándose a EEUU. El descrédito de la clase política es grande y, por eso, Funes quiere eliminar la corrupción, aunque la gente es muy tolerante con ella.

Las alianzas con la Iglesia y la derecha han pasado factura al FSLN en Nicaragua. ¿Puede pasar lo mismo en El Salvador?

En El Salvador la situación es compleja. El FMLN tiene una dirección liderada por gente marxista, que quiere cambios estructurales, pero hay una especie de cogobierno entre el Frente y los «amigos de Mauricio», un grupo de profesionales empresarios que apoyaron su candidatura y ocupan cargos en su Gobierno; gente que está gobernando sin ser del Frente y ejerce de negociadora con los sectores poderosos del país. Funes ha insistido en que él es el presidente de todos los salvadoreños y no de un partido y que se hace lo que decide el presidente y, ahora, el Frente, como partido, tiene influencias en el Gobierno pero no decide. Hay una nueva dinámica. Funes ya ha asegurado que no va a hacer ninguna renacionalización y no va a estrechar lazos con Venezuela, y ha reafirmado la buena relación con Obama. Además, los obispos apoyaron su candidatura y, con esas alianzas, el Gobierno ha adoptado una visión muy religiosa,

Pero, además, hay una quiebra de la derecha.

Sí. Doce de los 32 diputados de ARENA, supuestamente los más cercanos a los «amigos de Mauricio», se han salido del partido, lo que ha cambiado la correlación de fuerzas. Uno de los problemas del nuevo Gobierno es que muchas decisiones que no pueden adoptarse en la Asamblea Legislativa se toman en Casa Presidencial y Funes se ha convertido en mediador entre los demás partidos y el Frente. Los «amigos de Mauricio» no tienen diputados, porque el acuerdo establecía que los diputados serían del Frente y los «amigos de Mauricio» ocuparían cargos en el Gobierno, pero a través del propio Funes están incidiendo demasiado en las decisiones legislativas sin tener representación parlamentaria. No es nada descabellada la idea de que los «amigos de Mauricio» se constituyan en partido y que los doce disidentes sean sus diputados.

¿Cómo puede influir el golpe de estado de Honduras en los procesos de sus países vecinos?

Por nuestra historia, nuestras constituciones son parecidas en cuanto al derecho de insurrección. Los golpistas aluden razones constitucionales y El Salvador tiene disposiciones similares recogidas, supuestamente, para evitar levantamientos populares y golpes de Estado. El sistema republicano representativo no se puede cambiar y un presidente puede ser destituido (derecho de insurrección, que no corresponde al pueblo sino a quien ostenta su representación, la Asamblea Legislativa) si pretende la reelección o cambiar el régimen. Apoyamos a las compañeras de la resistencia hondureña y la denun- cia de los golpes de estado, que son parte de nuestra historia.

 

cogobierno

«Existe una especie de cogobierno entre el FMLN, que tiene influencia pero no decide, y los `amigos de Mauricio', empresarios que apoyaron su candidatura y ocupan cargos en su Gobierno»

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