Autodefensa feminista, responder y cotraatacar la violencia sexista
Hartas ya de informar sobre las víctimas de la violencia machista, el movimiento feminista ha querido pasar al contraataque y situar a la mujer como sujeto de acción. Para ello, ha hecho una apuesta por la autodefensa feminista, como instrumento para defenderse y atacar a su vez a la raíz del sistema patriarcal.
Oihana LLORENTE
Hoy llega una nueva edición del 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, y con él un sinfín de citas y spots publicitarios de toda clase que recuerdan una realidad más que presente durante todos los días del año.
La repercusión que genera este día, así como la repulsa en torno a esta violencia, viene de la mano de la labor del movimiento feminista. Sin embargo, el estar en la agenda política conlleva, a su vez, que las iniciativas institucionales se antepongan a la voz y a los discursos del movimiento feminista.
GARA ha querido escarbar en este movimiento, donde el concepto de autodefensa feminista se hace oir cada día con más fuerza, dentro y fuera de las plataformas y los colectivo de mujeres. Y es que, mientras que la mayoría de las instituciones recalcan el papel de víctima de la mujer, el movimiento feminista ha cambiado el tablero incidiendo en la mujer como sujeto de acción y abogando, en esta edición del 25 de noviembre, por la autodefensa feminista. Una estrategia que desde movimientos como Bilgune Feminista hasta plataformas de mujeres que agrupan un sinfín de agentes consideran eficaz para erradicar esta lacra que en lo que va de año se ha saldado con la vida de siete mujeres vascas.
Pese a que la autodefensa se vincula con el aprendizaje de técnicas de defensa personal, esta estrategia va mucho más allá. Y eso lo aclara una experta en la materia como es Maitena Monroy. En su trayectoria ha educado a cerca de 8.000 mujeres en la autodefensa feminista y asegura que aprender a golpear es muy sencillo; «lo complicado es sentirse en el derecho de defenderse».
Esta vizcaina define la autodefensa como una herramienta para dotar a las mujeres de recursos físicos y sicológicos con el objetivo de que sean capaces de enfrentarse por sí mismas a las situaciones de agresión.
Pese a que entiende que nuestra sociedad ha avanzado y que la legitimidad del uso de la violencia contra las mujeres vive «una crisis», -y es que no hay que ir muchas décadas atrás para ver cómo nada de lo que pasaba entre cuatro paredes se cuestionaba-, Monroy opina que aún «estamos ciegas y ciegos de manera sexista» frente a las formas más sutiles de la violencia contra las mujeres. Afirma que sí vemos a las mujeres asesinadas o a las violadas, pero que no llegamos a ver más allá. En este sentido, denuncia, además, que el hecho de vivir en un mundo que «quiere ser políticamente correcto, en el que el machismo no parece tener cabida», es un elemento «muy peligroso». Y es que, a juicio de Monroy, «no hay peor machismo que el que no se quiere reconocer», ya que, como subraya, este tipo de machismo no se puede combatir.
Combatir la ceguera sexista
Los cursos que imparte buscan concretamente combatir esa ceguera sexista y lo hace mediante el empoderamiento de las mujeres en sus derechos, o cuestionando la dependencia emocional de las mujeres, entre otros elementos..
Para esta experta en autodefensa, a la hora de hacer frente a la violencia machista se parte de una premisa errónea, ya que se cree que la igualdad existe y que los hombres y las mujeres somos iguales. «Y no es así», asegura tajante para incidir en la importancia de analizar cómo se construye la desigualdad, así como la violencia o el miedo y la vulnerabilidad en las mujeres.
Monroy está convencida de que la violencia sexista «se construye social y culturalmente como elemento para controlar a las mujeres en todas las culturas machistas» y lo afirma con conocimiento de causa, ya que ha viajado por Europa y América del Sur dando cuenta de esta estrategia. Asimismo, entiende que el miedo y la vulnerabilidad que sienten las mujeres también es construido; «no nacemos con miedo, se nos impone», apostilla.
Tras destacar el valor de ir a la raíz del conflicto para erradicar la violencia, aconseja entenderla como «limitadora de los derechos y de las libertades de las mujeres», y aclara esta explicación con una contundente pregunta que lanza a las mujeres: «¿Cuantas cosas hemos dejado de hacer por miedo a sufrir violencia sexista?».
Al fin y al cabo, a su juicio, «se trata de plantearnos quienes son las víctimas de la violencia sexista: si sólo las mujeres que padecen la violencia más salvaje o si por el contario la sufrimos todas las mujeres».
Aunque parezca contradictorio, Monroy afirma que su objetivo final es quedarse sin trabajo; «debería llegar el día en que las mujeres no necesiten estos cursos para dotarse de estas herramientas, o mejor aún, el día en que se erradique esta violencia contra las mujeres», destaca esperanzada.
Y de cara al día de hoy también quiere enviar un mensaje esperanzador a la mujeres, sentenciando que la violencia contra las mujeres «no es natural, por tanto, todo lo que es construido puede ser derruido».
Como lo hará Maitena Monroy, serán miles las mujeres y los hombres que participen activamente hoy en las movilizaciones en repulsa de la violencia que se ejerce contra las mujeres. Este 25 de noviembre llega lleno de citas que van desde las concentraciones de la mayoría sindical vasca hasta cursos de autodefensa, clases de coeducación o manifestaciones de colectivos de mujeres que se repetirán por toda la geografía vasca. Cualquiera de estas opciones es buena para combatir la ceguera y abrir los ojos frente a la violencia contra las mujeres.